19 de abril 2022 - 00:00

Criptomonedas y metaverso: la nueva realidad digital en el centro del debate

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Durante el actual conflicto bélico europeo surgió un protagonista inesperado llamado criptomoneda. Tanto Ucrania como Rusia están utilizando estos activos digitales, una para recibir donaciones de distintos lugares del mundo y la otra para tratar de eludir las sanciones económicas impuestas por Occidente.

¿Qué son las criptomonedas? ¿Cómo funcionan? ¿Qué implicancias tienen estos nuevos activos digitales? Estas son algunas de las cuestiones que tratará de abordar este artículo.

Conceptualmente las criptomonedas, al menos en su versión más desarrollada y conocida que es el bitcoin, son activos digitales que, en forma descentralizada permiten transferir dinero desde y hacia cualquier lugar del planeta, comprar bienes o servicios; o directamente utilizarse como vehículos de inversión. Dentro de este mismo universo luego han ido apareciendo una multiplicidad de productos con características y funcionalidades muy distintas tales como Ethereum, los NTF, los P2P que dada su complejidad, serán parte de otros artículos.

Entre los principales factores que explican el rápido desarrollo de estas criptomonedas pueden destacarse la seguridad y el anonimato de estas transacciones, características que se sustentan en una tecnología denominada cadena de bloques (block chain) basada la utilización de herramientas matemáticas y criptográficas.

Esta tecnología se ha expandido a otro tipo de productos que pueden ser englobados en el concepto de “tokenización” que consiste en digitalizar prácticamente cualquier producto (por ejemplo obras de arte, contratos, inmuebles) e introducirlo en la mencionada cadena de bloques.

La evolución de estas tecnologías no puede ser analizada en forma aislada, ya que se enmarca en un cambio mucho más profundo a partir del surgimiento de la denominada sociedad digital, donde la virtualidad ha reemplazado en forma creciente algunas actividades productivas o de entretenimiento que se hacían hasta hace no mucho en forma presencial.

Globalmente fondos de inversión, empresas y bancos incrementan día a día sus inversiones en este tipo de emprendimientos apostando a lo que creen va a ser una coexistencia cada vez mayor entre el mundo físico y digital en nuestra cotidianeidad. Este proceso de convergencia entre estos dos mundos que va adquiriendo una dinámica cada vez más intensa se denomina metaverso.

Una de las aristas negativas del crecimiento de las principales criptomonedas ha sido el impacto medioambiental que generan dado el elevadísimo consumo de energía que demandan.

Actualmente estos activos son ofrecidos abiertamente al público en general, y no cuentan con un tratamiento homogéneo por parte de los Estados. Las criptomonedas al ser utilizadas crecientemente como medios de pago y reservas de valor representan una competencia y un desafío complejo para los sistemas monetarios y financieros.

El Foro de Estabilidad Financiera -que nuclea a los reguladores de distintas partes del planeta- ha venido advirtiendo desde hace un par de años los riesgos que estos activos generan para la estabilidad financiera internacional, debido a una combinación de factores: su crecimiento exponencial, su mayor interrelación con el sistema bancario, así como la capacidad que tienen para vehiculizar operaciones ilícitas de dinero, delitos informáticos y robo de datos personales. Especialmente preocupa la realización de operaciones de lavado de dinero relacionadas con actividades delictivas que incluyen evasión tributaria, narcotráfico, venta de armas, trata de personas, o corrupción, entre otros delitos.

En ese marco, además, los reguladores financieros deben redoblar sus esfuerzos para proteger a los inversores minoristas que no cuentan con conocimientos sobre temas tan específicos. La educación financiera es una herramienta clave para advertir a los ahorristas de los riesgos operacionales y de la volatilidad (significativas y repentinas subas y bajas de precios) inherente a estos productos.

Paralelamente, aparecen los inescrupulosos de siempre que le ofrecen al público en general esquemas fraudulentos basados en promesas de beneficios elevadísimos que terminan con la evaporación de los fondos invertidos. En ocasiones estos esquemas delictivos son promocionados utilizando un fuerte despliegue comunicacional.

Desde una perspectiva ideológica, el anonimato y la descentralización que caracteriza a las operaciones con criptomonedas ha reavivado en los grupos libertarios la idea de crear un nuevo sistema financiero fuera del radar estatal.

Mas allá de posturas puramente ideológicas, el debate está abierto y en términos concretos cada país ha reaccionado en forma diversa de acuerdo con su realidad política, económica y financiera. Sólo para mencionar algunos ejemplos puntuales

y diferenciados, Japón ha sido uno de los primeros países en aceptar al bitcoin como medio de pago obligando a los intermediarios a registrarse y someterse al escrutinio del regulador financiero, mientras que China decidió el año pasado prohibirlo apuntando a desarrollar una moneda digital propia administrada por su banco central (más de 100 países están analizando acciones similares de crear monedas digitales bajo la órbita de sus bancos centrales). En Latinoamérica mientras que El Salvador ha aceptado al bitcoin como moneda de curso legal -debido en parte a la elevada cantidad de remesas que recibe del exterior-, Bolivia ha decidido formar parte de la lista de países que también lo prohíben.

Lo dicho pone de manifiesto que esta nueva realidad digital no puede abordarse con respuestas facilistas o voluntaristas. La enorme complejidad de estos activos que involucra aspectos institucionales, financieros, económicos, tributarios, legales y ambientales pone en evidencia la necesidad que los Estados Nacionales coordinen el accionar de los distintos organismos competentes bajo su órbita para analizar todas estas aristas y así regular en forma clara y efectiva el accionar de las criptomonedas, apuntando a dotar de mayor estabilidad a sus sistemas financieros y económicos, brindar educación financiera a inversores minoristas, prevenir operaciones ilícitas y actuar con rapidez cuando esquemas fraudulentos son ofrecidos al público.

(*) Expresidente de la Comisión Nacional de Valores.

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