Siempre aparecen nuevos «genios» en el concierto de personajes que pululan por la galería pública de nuestro medio. Aquí se destapó otro, haciendo más internacional la «genialidad» de un gobernador que cree que imprimiendo moneda paralela al infinito, se producirá la ansiada recuperación económica...
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Es otro gobernador -el de San Luis ahora-que se suma al candelero y procurando dar la fórmula mágica, que lo convierta en un éxito político nacional. Tan vacante está el primer lugar del podio, que todos se animan a lanzar alguna idea que los convierta en el nuevo «elegido», el ser providencial en el que creerán los ciudadanos.
Es el sistema del «Ave María», institución del boxeo por medio de la cual un púgil a quien le están dando una tunda, espera colocar toda su chance en el «golpe del Ave María». Y consiste en lanzarla... y rezar. Para que le pegue al rival en el punto justo y encontrar el triunfo, de un modo casi milagroso. Este sistema lo utiliza ahora el señor Adolfo Rodríguez Saá, al lanzar la genial idea de «recomprar la deuda a valor de mercado». La verdad, nos saldría baratísimo, cada día más barato. Y hasta podríamos falsear estadísticas, hacerlo todo más grave, para que esos papeles sigan cayendo y nosotros recomprando. Claro, hay un solo principio en el que el gobernador -y nosotros, que nos sumamos al entusiasmo-no reparamos: es el postulado que señala «lo que abunda se deprecia, lo que escasea se encarece...». Y en cuanto aparezcan compradores, mucho más si son oficiales, en el mercado de títulos de deuda esos títulos tomarán altura, cada vez más, y retornarán a niveles de bien apetecido. Muchísimo más si, como propone este funcionario, se tratare de implementar mediante préstamos de bancos. Disparate... La alusión a que los poseedores de los títulos argentinos «no podrán quejarse si el país recompra su deuda a valor de mercado», está de más. No se van a enojar, porque retendrán los bonos y no se lo venderán al precio que se quiere desde el Estado sino al que apetezcan. A menos, claro, que se piense en una recompra compulsiva y colocando una de las partes el precio de modo unilateral. En tanto éstas fórmulas para sacar al país de la crisis, se siguen amontonando con los trastos viejos, y es cada vez más dramático notar la falta de brillantez de nuestra clase pensante: todo es un dejarse llevar por las aguas que bajan cada vez más turbias. La Bolsa, dispuesta ahora a reflejar con exactitud el contexto -sin resistirse, como lo hiciera en la primera parte del año-iba camino de quebrar otra marca, los «2000» puntos del Merval, en su viaje al fondo de la historia. Tampoco en este ambiente hay salidas milagrosas, encima no depende de sí misma sino de lo que suceda en el país y su economía: y ya sabemos qué refleja...
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