12 de diciembre 2003 - 00:00

Cupones bursátiles

Hay modificaciones en el panorama empresario, los sectores se van reacomodando a un ritmo muy distinto. Y estos matices ya se van viendo, en las diferencias de resultados de los balances. Si bien adherimos a la creencia de que cada empresa es un mundo en sí misma, que no se puede masificar por rubro de actividad sino por las condiciones que posee cada compañía, y la forma de conducir de cada directorio, hay notorias diferenciaciones en el desordenado reverdecer que busca la economía y las sociedades que en ella actúan. No nos vamos a salir del escenario de la Bolsa, tomando aquellos conceptos exponemos nuevamente la época sumamente apropiada para varias firmas de las consideradas de porte menor y que, acaso, se tropiecen con la hora histórica de dar un salto de calidad.

Integrar la nómina Merval es mucho menos dificultoso de lo que muchos directivos suponen, aunque los beneficios de imagen y de mercado que esto les otorga, es como pasar de un estado de vida latente, a otro de vida plena.

En todas direcciones obran esos beneficios, inclusive en la categorización que se consigue con una acción incluida en el Merval, o fuera de él. Esto, dicho para lo financiero, para el acceso al crédito, o para obtener más ventajas que las habituales. Desde lo bursátil, para poder lograr que se las incluya en la «cartera institucional», remisas a tomar papeles de dudosa liquidez. Y, fuera del Merval, realmente, esa liquidez es muy dudosa...

Una vez ampliada la base, incorporando más accionistas de la minoría, el camino a una
suscripción queda abierto. Si se reúnen las condiciones y virtudes que atraen al inversor, como empresa, y si no se sale con pedidos desmedidos, que han sido la verdadera raíz del fracaso de muchas suscripciones, puede haber ahora campo absorbente: para que inversores carentes de alternativas, decidan hacerse de más acciones de una sociedad que prospera.

Esto es, ni más ni menos, una fuente de financiamiento casi sin costo. De «préstamos» que no habrá que devolver sino invertir sabiamente para que el accionista pueda después hallar en una mejora de la utilidad, su propia rentabilidad: ya sea por dividendos que se otorguen, o por cambio de precios en el mercado, donde obtendrá más ganancias al poseer más accionistas. No se entiende bien porqué los mecanismos más idóneos y más útiles, que proporciona un mercado bursátil, son los menos transitados por los integrantes del circuito. O se los trata de emplear tan mal, que después todo es un mamarracho y -quienes se quejan- son los culpables de su propio fracaso. Salir a pedir
dinero fresco a un accionista es, quizás, la cuestión más seria y delicada en la relación de mayorías y minorías. Con respeto, con ética, con intenciones claras, y con formas razonables, una sociedad con virtudes debe poder coronar con éxito. Claro, lo primero es ineludible: salir a disputar un puesto en la nómina Merval. ¿Cómo se logra?: haciendo volumen.

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