Llegó Papá Noel con la verdadera encuesta sobre desocupados y quedó en evidencia esa chafalonería que vendió Economía unos días antes. Como si el manipular las cifras fuera a encubrir la realidad: uno de nuestros males, el no encarar la cruda verdad y darles nombres disimulados a las cuestiones graves y envoltorios falsos a números que son el reflejo de una economía que apenas si intenta balbucear repuntes. Pero que, en función de cómo se ha mantenido la brecha cambiaria, no ha mostrado ninguna explosión alcista. Salvo cuando se mide contra lo peor del valle de la crisis, en 2002, y se busca allí generar euforias por contrastes. Ahora bien, si ya no es la convertibilidad, el tipo de cambio, el que impide el boom de inversiones y una rueda económica que se ponga en marcha, ¿qué es?
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Acaso haya que buscarlo por esa persistencia en el discurso agresivo contra acreedores que -con justicia- reclaman lo suyo, a través de propuestas serias y no de prepotencias. No va a ser con los «¡minga!» como se van a sentir complacidos inversores y gobiernos de esos inversores, que forzaron la llegada del Fondo. El año termina jugando riesgos fuertes, abriendo expectativas de 2004 que no resultan claras ni venturosas. Hacia dónde nos dirigimos con la estrategia es lo que deberíamos conocer a través de funcionarios que hacen sus apuestas en nombre de todos, pero que después dejarán que las consecuencias se «socialicen» y, a lo sumo, presentando alguna renuncia a cargos. Se repiten los párrafos empresarios, puede el lector leerlos en los comentarios de balances, donde los directivos (por más que en público se muestren como totalmente de acuerdo con esa actitud gubernamental) dejan expresas sus serias dudas acerca del porvenir de sus compañías. Y esto, además, está avalado por una carrada de negociaciones terminadas, o en ciernes, de compromisos privados y donde se arriba a los acuerdos con los acreedores dentro de marcos que comprenden a las dos partes. Las sociedades, algunas más lentas que otras, están consiguiendo renegociar las pesadas cargas en dólares y lo hacen después de negociaciones, donde se parte de condiciones mucho más lógicas que las que nuestros gobernantes proponen a sus acreedores. Por lo cual, los apoyos empresarios quedan en la palabra para los medios, aunque sus acciones de repactación los desmientan. Aunque estemos en pleno verano, se sabe entre pasillos que puede que se sirva un chocolate bien espeso si es que se prosigue con arrestos impulsivos y con frases descomedidas para quienes solamente pretenden que el país efectúe propuestas razonables, digeribles. Es la carga más pesada de las que cierran el año, la que más incertidumbre puede generar, y ya que estamos en las últimas fechas del buen ejercicio bursátil, conviene tenerla en cuenta. Informate más
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