Desenlace obvio: los precios aumentan por la crisis de energía
Más allá de que el clima juega a favor en esta semana -por ello bajó el consumo de gas y electricidad-, lejos está la crisis energética de quedar atrás. Se mantienen las restricciones vigentes a las industrias y a los comercios, y ya se observan subas de precios y faltantes de algunos productos. El pan ahora está aumentando hasta 20% en varias provincias y también en la Ciudad de Buenos Aires. Pero hay más consecuencias, todas previsibles con las medidas que se vienen adoptando. Al campo, por ejemplo, le faltan fertilizantes. El resurgido Guillermo Moreno ordenó que generadores de electricidad no utilicen más gas y sí fueloil y gasoil. Ahora, estos dos últimos son los que comienzan a escasear a pesar de las importaciones (de Venezuela, claro). El sistema eléctrico, así, está en función de que no se demore ningún barco que trae esos combustibles al país. Las suspensiones de personal continúan. Lo único alentador para el gobierno es que llega el fin de semana en el que, obviamente, la demanda de las industrias es menor.
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Restringir la producción llevó a reducciones de la jornada laboral y la suspensión de trabajadores,
como el caso de los de la industria cerámica, que ayer se manifestaron por las
calles neuquinas.
Pero no sólo influyen en el costo del pan las variaciones en el precio de la bolsa de harina. También subieron los combustibles y los repuestos de las máquinas de las panaderías. El año pasado, el gobierno y los industriales firmaron un compromiso que fijó en $ 2,50 el precio del kilo del pan tipo francés, valor que sólo se mantendría si no se registraba una variación en los costos de los insumos básicos. Ahora, con la suba de la harina y las restricciones energéticas, los precios volvieron a dispararse.
De esta manera, el pan francés pasará a costar 3 pesos el kilo, mientras que los panes especiales (miñón, flauta) que estaban en 3,50 aproximadamente el kilo, costarán 4,40.
Con todo, pese al optimismo del gobierno por haber redireccionado en las últimas horas las prestaciones de gas para beneficiar a industrias, la situación energética en el interior del país muestra un panorama desolador.
Mientras los molineros dicen que trabajan a 30% de su capacidad por los cortes de energía, los sectores frigorífico y lechero mantienen su malestar, al tiempo que varias industrias continúan con las suspensiones temporales de personal debido a los problemas para abastecerse de energía.
Por caso, las plantas industriales cerámicas de la provincia de Neuquén acataron las normativas de la Secretaría de Energía de la Nación reduciendo y suspendiendo diferentes líneas de producción, lo que repercute en la disminución de la cantidad de horas laborales.
En paralelo, se mantiene la preocupación de las principales cámaras industriales y empresarias del país por la merma en la productividad, al tiempo que varios gobernadores ya han comenzado a pedir a los consumidores domiciliarios un uso racional de la energía.
Otra economía regional clave que sufre las consecuencias de la crisis energética es el sector vitivinícola de Mendoza y San Juan, fundamentalmente. Por ejemplo, el grupo Peñaflor, que nuclea a siete importantes bodegas mendocinas, dejó de fraccionar más de 500 mil litros de vino durante el período de restricción de energía, que lleva ya una semana y media. Una situación que también padecen 17 mosteras cuyanas que deben utilizar grupos electrógenos para no frenar la producción de mosto, que mayormente se utiliza para endulzar jugos naturales.
Para el sector, la caída en el fraccionamiento repercute, además, en la imposibilidad para cumplir en término con los compromisos de exportaciones asumidos. Según proyecciones de los empresarios vitivinícolas, los principales grupos trabajan a 50% de su capacidad.
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