Despidió tarde (43 días) el Gobierno a Felisa Miceli. se improvisó y designan a Miguel Peirano: ¿más poder a la UIA?
Desenlace previsto la triste salida de la ministra Felisa Miceli. Se va acosada por denuncias y evidencias ante el escándalo del sobre con dinero encontrado en su baño del Ministerio. Duró 43 días la penuria de la mujer, con aclaraciones vanas, cada vez peores, comprometidas. Y dejando como mayor reserva una presunta red de gigantesca corrupción en el Estado por apenas un sobre con 100 mil pesos. Mientras por el caso Greco (con todo el gobierno anotado y 200 millones de dólares de regalo), su honra parece intocada. Casi un argentinismo. Pecó con obvia demora Kirchner al renunciarla, como nunca, quizás ampara-do en cierta soberbia del poder excluyente. No quiso ver, por ese defecto, el aluvión de pruebas y anomalías que llovían sobre Miceli en más de un mes y monedas. Hasta ayer, en que, transformado en un Carrascosa, con riesgo de encubridor, el Ejecutivo aceptó la dimisión de una dama ya alterada psicológicamente. Tarde y mal, diciendo además "le creemos a Felisa". Tanto que, carente de recursos humanos a mano, sin un ministro alternativo para la futura gestión de Cristina de Kirchner, hubo que apelar a un emergente con mínimo relieve -el propio jefe de Gabinete, Alberto Fernández, tan nervioso que hasta sonreía, dijo: "Bueno, ustedes saben, es un productivista, un industrialista"- como Miguel Peirano, un "golden boy" de la Unión Industrial (para el criterio de Massuh, De Mendiguren, Rocca, Lascurain o Méndez) que sirvió en ese cuerpo, respondiendo, a veces, a José Luis Machinea. Hoy están de fiesta en ese instituto devaluador, aunque tal vez no encuentren la fidelidad que aguardan: Peirano disfruta más de la disciplina kirchnerista, de la cúpula, que de una UIA de segundo nivel. No merecía Economía, tampoco la Argentina, el retiro de una ministra bajo sospecha. No es el final que se le desea a Peirano.
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Culminaban así casi 19 meses de gestión luego del desembarco desde la presidencia del Banco Nación en el Palacio de Hacienda ante la renuncia de Roberto Lavagna en diciembre de 2005.
En su carta de dimisión, Miceli alegó que su decisión de dejar el cargo se basa en que la difusión de actos «de su vida privada» afectaban «indudablemente» al gobierno argentino.
El designado sucesor de Miceli estaba al frente de la Secretaría de Industria desde febrero de 2005 cuando llegó de la mano del entonces ministro Lavagna. Economista de profesión, Peirano -de 41 años-se desempeñó, entre otros cargos, como vicepresidente del Banco de Inversiones y Comercio Exterior (BICE) y como economista jefe de la Unión Industrial Argentina (UIA).
Por la noche al comunicar la designación de Peirano el jefe de Gabinete sostuvo que es un «economista industrialista» y ratificó la continuidad de la política económica. «Peirano es un hombre joven con una importante trayectoria.» «Llevará la economía -agregó- con las mismas reglas que existieron hasta hoy», sostuvo Fernández.
El gobierno «continuará con su vocación industrialista y productivista para garantizar una economía en desarrollo», destacó y sentenció que «no habrá cambio de rumbo».
Se descuenta que Peirano, que no se identifica con el pensamiento económico del mercado financiero, priorizará la industria nacional, la defensa del Mercosur pero con equilibrio, el tipo de cambio alto y el fortalecimiento de las pymes.
Consultado sobre las denuncias que pesan sobre Miceli, Fernández ratificó la confianza del gobierno en la funcionaria, pero explicó que el presidente Néstor Kirchner le había aceptado la dimisión porque ella cree que lo mejor es asumir su condición de ciudadana común para aclarar las cuestiones ante la Justicia.
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