Dos temas importantes para la economía estadounidense
(El diálogo es con un operador de la Bolsa de Nueva York a quien se lo denomina Gordon Gekko en alusión al personaje que interpretara Michael Douglas en la película «Wall Street». El tema es si la Bolsa seguirá acumulando ganancias después de un año de fuertes subas, y qué pasa con la recuperación del empleo en los Estados Unidos.)
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Gordon Gekko: Mi impresión es que todavía no vimos lo mejor.
P.: Aunque febrero ya probó ser un hueso duro de roer. El NASDAQ tuvo que devolver todo lo que había ganado en el año...
G.G.: No está mal tratándose de una corrección. Fueron once meses de subas ininterrumpidas. Haber conservado lo mucho que se avanzó el año pasado arroja como saldo un balance muy positivo.
P.: No percibe cambios en la tendencia de fondo...
G.G.: No.
G.G.: Intacto. Veo mucha fortaleza tanto en la economía como en los estados contables de las compañías. Un vigor claramente en ascenso y que se propaga por el mundo mientras, a la par, la Fed revela que no tiene prisa por modificar la sintonía de sus políticas.
P.: Todo eso resultó visible en febrero y, sin embargo, no alcanzó.
G.G.: Deje el tiempo correr bajo esas condiciones y tarde o temprano recogerá los frutos. Con tasas de interés a 1% anual y escasa aversión al riesgo no hay tantas alternativas.
P.: Se machaca mucho con la cuestión de que la economía se recupera pero no crea empleos...
G.G.: Esa es una cuestión política en un año político. No es un tema que le debiera quitar el sueño a la Bolsa.
P.: Hay quienes afirman que los inversores querrán palpar la creación concreta de nuevos trabajos para cerciorarse de que la recuperación es real.
G.G.: No hay dudas de que la economía crece en serio. A un ritmo de 6% anualizado en la segunda mitad de 2003 y quizá de 5% en lo que va del año. No es una broma.
P.: Sin embargo, se alega que si el empleo no responde, final-mente el consumo se detendrá.
G.G.: Ello no sucedió ni siquiera cuando la economía destruía puestos de trabajo. ¿Por qué va a ocurrir ahora que la situación se estabilizó? De hecho, el consumo atravesó la recesión de 2001 sin registrar un solo trimestre de contracción. Fue la debilidad de la inversión lo que causó los problemas.
P.: No piensa que se trata de un problema a tener en cuenta...
G.G.: El empleo no aumentará pero el ingreso sí. Es, simplemente, la contracara de la mejora de la productividad. Y es verdad que la parte del león, esta vez, a diferencia de los noventa, se la lleva el capital y no el trabajo. Pero, precisamente, era necesario reconstruir la rentabilidad del capital para que repuntase la inversión y no depender exclusivamente del gasto del consumidor.
P.: No lo ve como una restricción...
G.G.: No. Y, ya que insiste, tampoco creo que se mantenga la sequía laboral. Ya en 1992 se vaticinó «El fin del empleo». Bastó que el ensayo de Jeremy Rifkin saliera de imprenta, para que una avalancha nunca antes vista de nuevos puestos de trabajo -más de diez millones- dejara claro que el pronóstico era hijo de la impaciencia más que de una afinada capacidad de observación...
P.: ¿Qué es entonces lo que el inversor en la Bolsa debe temer?
G.G.: Quizás -paradójicamente- a una respuesta demasiado robusta del mercado de trabajo.
P.: ¿Por qué?
G.G.: Un salto brusco reflejará que nos acercamos a los límites de lo que la magia de la productividad puede conceder...
P.: Entiendo.
G.G.: Y los bonos tomarán debida nota. No se olvide que tasas de interés de largo plazo estables -en las adyacencias de 4% para los títulos del Tesoro como en la actualidad-constituyen un gran aliado para la marcha de las acciones.
P.: Piensa que podrían peligrar si se dispara la creación de empleo...
G.G.: No hay razón objetiva más poderosa para que la Fed mantenga las tasas cortas en 1% que esta rara habilidad de la economía de producir más sin comenzar a agotar las reservas de mano de obra disponible. Con un mercado laboral que encienda los motores a pleno -aunque la Fed permanezca impávida- será difícil impedir que los bonos largos no arranquen por sí solos con la fatídica cuenta regresiva que precede a toda suba de tasas.
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