La sensación que queda es puramente estética. Esto no significa que sea agradable ni desagradable.
El contenido al que quiere acceder es exclusivo para suscriptores.
Como una inmensa tormenta que lo arrasa todo tras de sí, lo único que puede hacer el observador neutral es mirar y maravillarse de la inmensa destrucción que deja el vendaval, entendiendo que las desgracias no son culpa de las fuerzas de la naturaleza, sino de la imprudencia de quienes decidieron ponerse en su camino. Ayer los ciudadanos norteamericanos perdieron más de u$s 660 millones de dólares.
Esto es: entre las nueve y media de la mañana y las cuatro de la tarde (hora de Nueva York), se perdió el equivalente a todo lo que es capaz de producir un país como la Argentina en poco más de dos años de trabajo. Las mentes más simples, en su afán de vender mercado en todo escenario y condición, seguramente le echarán la culpa a Cisco, Ericcson o algún otro papel, sin ver que lo que está pasando con el mercado norteamericano es una tormenta. Se la veía venir de lejos, si uno miraba al cielo. Incluso el mismísimo Alan Greenspan rebajando la tasa de Fed Funds por encima de cualquier experiencia del pasado, se comportaba un viejo baquiano atando el techo del rancho para que no se le volase con el viento. El problema es que por más experiencia que se tenga, se sabe cuándo estas cosas comienzan y no cuándo terminan. Puede ser que en pocas horas veamos nuevamente el sol, o que la oscuridad dure semanas. Lo único seguro es que si se quiere ponerle el cuerpo, más vale tener la espalda muy grande. Como consuelo queda el que luego las cosas serán mucho más claras, y que eventualmente se llegará a un buen momento para comprar acciones. En apenas un año, el NASDAQ lleva perdido 62% de su valor, superando cualquier otro período bajista de su historia. Para quienes esperaban que las acciones tecnológicas encontrasen ayer algún tipo de resistencia psicológica en la línea de los 2000, viendo cómo el índice se desplomaba desde un principio debajo de este valor, acelerando la depresión en la última hora de operaciones, apenas si queda el consuelo que cerrando en 1.923,38 puntos luego de perder 6,3%, el NASDAQ no perforó los 1.900. El ánimo de los inversores fue tan malo, que ni siquiera se puede hablar de la clásica rotación que se estuvo viendo la semana pasada cuando los inversores buscaban el refugio de algunos blue chips. Todos los integrantes del Dow cerraron en baja haciendo que el indicador quedase prácticamente en el mínimo del día al finiquitar en 10.208,25 puntos, mostrando una baja de 4,1%.
Dejá tu comentario