16 de marzo 2022 - 00:00

El Fondo garantiza estabilidad laboral para los negociadores del acuerdo

La subdirectora gerente, Gita Gopinath, les aseguró a la directora adjunta para el Hemisferio Occidental, Julie Kozack, y al encargado máximo de la misión argentina, Luis Cubeddu, que la estabilidad en sus cargos no estará relacionada con el éxito o fracaso del Facilidades Extendidas.

La estadounidense Julie Kozack y el venezolano Luis Cubeddu, representantes del FMI.

La estadounidense Julie Kozack y el venezolano Luis Cubeddu, representantes del FMI.

Gita Gopinath tranquilizó a Julie Kozack y Luis Cubeddu. Y también a Illan Goldfajn. La subdirectora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) les aseguró a la directora adjunta para el Hemisferio Occidental y al encargado máximo de la misión argentina, que la estabilidad en sus cargos no estará relacionada con el éxito o fracaso del Facilidades Extendidas negociado con el país; y que, pase lo que pase, no les sucederá lo mismo que a sus antecesores en el cargo, quienes fueron desplazados una vez que se dinamitó el stand by firmado en 2018. Tampoco será declarado responsable el brasileño hoy director gerente para el Hemisferio Occidental, quién llegó en enero al puesto y si bien tomó las responsabilidades finales del acuerdo con Argentina, no fue el principal negociador durante el trayecto de más de un año que derivó en el Facilidades Extendidas.

Los tres hablaron con la número dos del FMI, hoy casi manejando el organismo con un grado de poder equiparable al de Kristalina Georgeiva; y recibieron un mensaje claro: ella misma se hará responsable de la relación del FMI con Argentina (lo que adelantó este diario), y responderá sobre la actuación de los otros tres involucrados. Gopinath les dijo además que será ella la que defienda el Facilidades Extendidas ante el board, y quien le explicará a los delegados de los países que forman la mayoría del directorio del Fondo, sobre la necesidad de votar a favor. No por Argentina, sino por el esfuerzo de sus hombres y mujeres en la negociación para llegar “al mejor acuerdo posible, políticamente realista”, según la frase que repetida por Goldfajn.

Para el trío que pondrá la firma técnica al Facilidades Extendidas, el apoyo de la conducción casi máxima del organismo es fundamental. Más desde la publicación de la evaluación ex post (EPE) del FMI sobre el stand by por u$s57.000 millones otorgado al país en 2018, cuando luego de haberse conocido a fin del año pasado, provocó un endurecimiento de la negociación final del acuerdo. Desde ese momento, y al ver las consecuencias de la letra fina de la conclusión del informe crítico presentado sobre el otorgamiento del stand by de 2018, tanto Kozack como Cubeddu, se mostraron más duros y firmen contra el país en las metas que se debían cumplir. Si bien desde Buenos Aires se esperaba que la publicación de ese informe provocara una flexibilización en los requerimientos generales, la norteamericana y el venezolano comenzaron a plantear situaciones más extremas en las tres variables clave que el país debe cumplir con el FMI: déficit fiscal, proyección de crecimiento y evolución de las reservas del Banco Central. Ni hablar de la reducción de las tasas de interés y los sobrecostos financieros, cuya recomendación hacia el board fue de sostenerlas en los niveles del 4,05%.

Quedaba claro esos días en que los dos máximos responsables técnicos de lo que se negociaba con el Gobierno de Alberto Fernández, temían por su futuro; especialmente que si se jugaban a un programa laxo y poco duro ante las normas clásicas del FMI, cayera sobre ellos en el futuro un informe también lapidario sobre su gestión ante una caída del Facilidades Extendidas que se firmaría ahora en días; si este no mantenía una línea exacta a lo que se figura en el estatuto clásico del Fondo. Luego, en febrero, se sumó Goldfajn a la posición; cerrando un acuerdo flexible en algunos puntos, pero directo en cuanto a las metas fiscales, monetarias, inflacionarias y cambiarias.

El motivo que se percibía en Buenos Aires ante aquel endurecimiento de la posición, era que Kozack y Cubeddu sabían que el maridaje entre los planes y programas que se aplican desde el FMI con la Argentina, tienen en general un destino histórico casi inevitable: sus complicaciones y/o fracaso. Y que las normas internas del Fondo para los programadores de variables que sustenten créditos stand by o Facilidades Extendidas que no terminen de buena forma, imponen para sus mentores y funcionarios ejecutores el destierro interno. O el despido.

Sólo hay que recordar donde terminaron los últimos responsables de los programas con la Argentina. La italiana Teresa Ter Minassian y el indo-británico Anoop Singh, responsables durante los 90 de los programas con la Argentina que terminaron de estrellarse a fines de 2001; debieron abandonar el organismo en el primer caso y mudar sus conocimientos a los países asiáticos (malos clientes del FMI, porque directamente no piden préstamos de rescate). Más cerca en el tiempo, el romano Roberto Cardarelli y el argentino- mexicano Alejandro Werner, los responsables técnicos del stand by a Macri, tampoco tuvieron suerte dentro del FMI. El primero es hoy simple testigo de la economía egipcia. El segundo debió renunciar en abril de este año a su enorme cargo de director del Departamento Occidental, ante la presión de la conducción del FMI por haberlo encontrado responsable técnico máximo del fracaso del stand by con la Argentina.

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