"Hay optimismo hoy porque un candidato pro mercado ganará"
Sin acuerdo con el FMI, hubiera significado que el gobierno argentino le declaraba la guerra al mundo económicamente civilizado. Pero ayudar, no ayuda en nada. Queda claro ahora que si hay algo que irrita al mundo y que a la Argentina le provoca pobreza es esa teoría de pensar que sin pagar las deudas nos irá bien. No hay recuperación. Hay sí expectativas positivas por la salida política y la continuidad del proceso democrático, que ahora está suspendido, con un presidente designado por políticos. La realidad es que este gobierno cierra un ciclo de 3 años de progresismo en la Argentina, que llevaron al país a un nivel de pobreza de 60%, 20% de desempleo, un récord histórico de indigencia y dos millones de personas viviendo de los subsidios.
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Carlos Rodríguez
Periodista: ¿Qué análisis hace del acuerdo al que llegó la Argentina con el FMI?
Carlos Rodríguez: Estoy leyendo las memorias de Gabriel García Márquez y por eso la primera reflexión que me nace es que ésta es la «Crónica de un acuerdo anunciado». Todos sabían que iba a pasar, hasta los que se hicieron los sorprendidos aquí y afuera y los que festejaron.
P.: ¿Qué tan útil es el acuerdo?
C.R.: Si no hubiera pasado, y si no se firmara, la situación sería aún peor. Hubiera significado que el gobierno argentino le declaraba la guerra a los organismos financieros internacionales y al mundo económicamente civilizado. Hubiese sido una irresponsabilidad y algo estúpido a cinco meses del cambio de gobierno no llegar a un acuerdo tan mínimo como el que se negoció.
P.: ¿Pero ayudará a la economía?
C.R.. Ayudar no ayuda en nada, pero hubiera sido peor la declaración de guerra. Eso es todo. En realidad, la Argentina se autoprovocó su verdadero daño cuando no pagó la deuda. De allí en adelante todo se concentraba en que no se perdiera más de lo que ya se había perdido. En definitiva, será tarea del próximo gobierno negociar un acuerdo verdadero.
P.: ¿Qué esperan los negociadores del FMI del próximo presidente?
C.R.: Que tenga verdadero poder político para acordar algo en serio.
P.: ¿Cree qué desde el FMI había algo personal en contra de Eduardo Duhalde para no acordar antes?
C.R.: Eso no se puede afirmar. Lo que sí es obvio, es que el Fondo sólo aceptó un acuerdo que vence en agosto, lo que se da por primera vez. Cualquier stand-by del FMI tiene una duración predeterminada de no menos de un año con la posibilidad de extenderlo a otro año más y siempre implica el desembolso de dinero. Esto es lo mínimo que hace el Fondo. Acá se acordó prorrogar vencimientos , sólo por ocho meses, con revisiones mensuales y dos meses de gracia para el próximo gobierno. Qué otro mensaje quiere que le den a Duhalde desde el FMI. Si el Fondo hubiera querido acordar con Duhalde, se hubiera firmado un standby normal.
P.: ¿Luego de un año de discusiones con el FMI, qué enseñanza dejan estas largas negociaciones entre argentinos y los técnicos del organismo internacional?
C.R.: Queda claro después de estas negociaciones que si hay algo que irrita al mundo y que a la Argentina le provoca pobreza es esa teoría de pensar que sin pagar las deudas nos irá bien. Esta posición mediática y demagógica sólo sirvió para que lo único que se logre es renegociar pagos y que desde el FMI se espera a que llegue otro gobierno. El FMI lo que decidió es mantenernos en el fondo del abismo hasta que se pueda negociar un acuerdo en serio y profundo.
P.: El gobierno asegura que desde el tercer trimestre de 2002 comenzó la recuperación de la economía y la salida de la recesión. ¿Coincide con este diagnostico?
C.R.: No hay recuperación. Simplemente paró la caída y se está dando un rebote técnico. Hay sí expectativas positivas por la salida política y la continuidad del proceso democrático que ahora está suspendido con un presidente designado por políticos.
P.: Pero hay que reconocer que las comparaciones anuales de la actividad económica y la producción industrial son positivas...
C.R.: Se está comparando con un período de tiempo, fines de 2001 y comienzos de 2002, cuando lo que había no era recesión, sino violencia en las calles y peligro de descomposición social y fin del proceso democrático. Si usted me dice que ahora estamos mejor que en ese momento, se lo reconozco, estamos mejor. Pero no estamos viviendo un proceso de recuperación de la economía.
P.: ¿La Argentina podrá crecer 3% este año?
C.R.: Seguro que se puede dar ese nivel, pero simplemente por efecto arrastre en el primer trimestre de este año. Pero hay que sincerarse. La realidad es que este gobierno cierra un ciclo de tres años de progresismo en la Argentina, que llevaron al país a un nivel de pobreza de 60%, 20% de desempleo, un récord histórico de indigencia y dos millones de personas viviendo de los subsidios. Y de eso no salimos con este modelo.
• Culpas
P.: Duhalde le contestaría que éstas son las consecuencias de los años de políticas liberales...
C.R.: Y podríamos seguir para atrás y decir que la culpa la tienen las políticas económicas de Raúl Alfonsín. Igualmente, en este tipo de argumentos, el récord lo tiene Elisa Carrió que dijo que todo lo que estamos viviendo es consecuencia del modelo de Martínez de Hoz. Es tratarnos de estúpidos.
P.: ¿Cómo lo ve a Néstor Kirchner?
C.R.: No creo que vaya a ser presidente. Una cosa son las intenciones de voto de algunas encuestas, otra son los apoyos de los punteros e intendentes y otra es lo que gente cree que va a pasar. Lo más importante son los dos últimos conceptos. El público considera que lo que pasará es que ganará y gobernará un candidato pro mercado. Pueden ser Carlos Menem, Ricardo López Murphy, Ramón Puerta o hasta Carlos Reute-mann. Por eso no hay pánico, no por los supuestos logros de Duhalde.
P.: ¿De todos estos candidatos quién cree que puede ganar en definitiva?
C.R.: No sé, pero la gente cuando se le pregunta en las encuestas quién cree que va a ganar contesta que Carlos Menem.
• Punteros
P.: Usted mencionó también como importantes los apoyos de los punteros. ¿No es una contradicción ante la falta de credibilidad de la clase política?
C.R.: Las cosas no son tan así. Los punteros siguen siendo muy importantes, y en el caso del justicialismo se le pueden revelar a Duhalde porque siempre van a ganador.
P.: ¿Cómo ve la gestión de Roberto Lavagna?
C.R.: No será el ministro del despegue de la economía, pero es el mejor piloto de tormentas para este gobierno. De todos los economistas «progres» que podía elegir Duhalde, escogió al mejor. Con Lavagna se puede disentir técnicamente porque en definitiva es un keynesiano, pero no es un loco ni un tecnócrata. Por ejemplo, sabe la importancia del equilibrio fiscal.
Entrevista de Carlos Burgueño




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