Economistas reunidos este martes por el Centro para la Concertación y el Desarrollo (CCD) coincidieron en que la alta inflación puede generar una nueva recesión y amenzar el proceso de crecimiento económico.
Advierten que la alta inflación puede derivar en una nueva recesión
Durante el evento titulado "Inflación. Otras Voces", los economistas coincidieron en el fuerte impacto que provoca la dinámica de los precios en la Argentina.
-
Inflación para el resto del año: cuáles son las proyecciones que manejan los analistas y el mercado
-
La inflación en China desacelera de nuevo en octubre
Tras un intenso debate de ideas en el evento titulado “Inflación. Otras Voces”, los economistas coincidieron en el fuerte impacto que provoca la dinámica de los precios, no solo por la generación de pobreza sino también porque está actuando como un ancla para el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB). También remarcaron la necesidad de ingresar dólares a las reservas, para lograr sostener el crecimiento y controlar los precios.
El encuentro estuvo moderado por el director general del CCD y exministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta, quien destacó que “es necesario que el Gobierno despliegue una hoja de ruta con medidas concretas contra la inflación que permitan la generación de confianza en los distintos sectores”.
“Es fundamental la articulación entre las distintas áreas de gobierno y el entendimiento con otras fuerzas políticas, empresariales y del sector del trabajo. Por eso nosotros desde el CCD promovemos este tipo de encuentros para buscar ideas, en momentos en los que vemos que hay poca reflexión en general entre los actores políticos”, dijo.
Por su parte, Agustina Gallardo, economista jefe del Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE), destacó en su participación que la inflación “entorpece y distorsiona” todos los precios relativos de la economía, con impacto en el crédito, que es un motor central para el desarrollo de las inversiones que dinamizan el crecimiento de los países.
“Los países con alta inflación deterioran el crédito. Esto es porque cuando se alteran los precios, el precio del dinero se altera. Y, además, nadie quiere hacer contratos demasiado largos porque no saben qué vendrá hacia adelante”, comentó Gallardo.
En tanto, para el exdirector ejecutivo de la ANSES, Diego Bossio, la inflación es el mayor problema de la Argentina desde “hace mucho tiempo, duele y hace mucho daño”.
Un punto expuesto por Bossio en el coincidieron sus colegas del panel es que “con inflaciones arriba del 30% se compromete el crecimiento económico. Con inflaciones bajas o moderadas, crecés entre 7 y 8 años de cada década; con alta inflación, crecés un año sí y otro no”.
Entre los datos que señaló el economista de Equilibra, se destacan que “desde 1944 a la actualidad, en los años en los que la inflación fue de menos del 15%, el crecimiento promedio del PIB fue del 5,2%; cuando hubo entre 15% y 30%, el crecimiento fue del 3,3%; cuando estuvo por encima del 30%, el crecimiento fue del 0,3%”. Esto según dijo muestra que la inflación afecta decididamente al crecimiento.
Para Bossio “la Argentina no sufre de restricción externa”, porque hay más de 256.000 millones de dólares, “pero el problema es que no están en el sistema. No están en el Banco Central ni como flujo”, afirmó.
La clave de los costos
Desde el inicio de su exposición el economista jefe de la Unión Industrial Argentina (UIA), Diego Coatz, quiso marcar una diferencia conceptual advirtiendo que la inflación es la variación persistente de los precios y no un salto de los precios relativos, como ocurrió en la crisis de 2001.
Resaltó que “hablar de la concentración y la avaricia para explicar la inflación no colabora en el debate. Esto no quiere decir que no podamos discutir rentabilidades extraordinarias o mercados oligopólicos. Esto es una discusión de política comercial, productiva y de cadena de valor. No es discutir la inflación, que es un tema macroeconómico”.
También buscó dejar en claro que “hablar de inflación multicausal es no decir mucho”. El concepto central de su exposición fue el de “la revisión de la dinámica de los costos”, entre los que resaltó el precio de las commodities; el tipo de cambio y la disponibilidad de dólares; tarifas y salarios, entre otros.
“Yo diría que hay que ir por dos lados. Primero, intentemos evitar la devaluación. Y si no podemos, que sea ordenada y estabilizadora. Segundo, no hay que olvidar la retroalimentación que hay entre la macroeconomía (para generar confianza en la moneda nacional y ordenar los precios relativos) y las políticas productivas y de desarrollo”, afirmó.
Reconstruir la moneda
De entrada, en su exposición Marina Dal Poggetto destacó que en la Argentina la tasa de inflación “incide y mucho” en las decisiones de consumo e inversión. Y señaló que la baja cantidad de crédito disponible en el país tiene que ver con la forma en la que los argentinos ahorran generalmente: por fuera del sistema financiero y por fuera de su moneda.
“Una moneda se construye haciendo que quien apuesta en contra de esa moneda, pierde”, enfatizó para así comentar que “después de la crisis de 2001, la Argentina tuvo la oportunidad de construir su moneda y dilapidó esa posibilidad para forzar la tasa de crecimiento económica vía políticas fiscales extraordinariamente expansivas”.
Para la directora de EcoGo es claro que “lo que está habiendo en la Argentina es una distorsión violenta de los precios relativos. El año pasado y como en todos los años electorales, de uno y otro lado de la grieta, siempre se usó el atraso del tipo de cambio para mejorar el crecimiento. Cuando mirás la dinámica de los precios, hay algunos que suben al doble que la inflación y otros que están congelados”.
En las reflexiones finales del encuentro, el coordinador general del IET, Mariano De Miguel, resaltó que según su visión “el gran desafío de Argentina en materia inflacionaria es encontrar un ancla de los precios. El problema es que, si revisamos las principales palancas de los costos que a su vez gobiernan la dinámica de los precios, el ancla no parece fácil de determinar”.
De Miguel explicó que “los precios internacionales acusan recibo del contexto global. Las tarifas y el tipo de cambio están a merced del acuerdo con el FMI. Y usar de ancla a los salarios en el contexto nacional actual no sería fácil ni deseable”.
Dejá tu comentario