Lagos: Argentina no tiene claridad
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Lula le dio el gusto a nuestro santacruceño, que consideró el acuerdo un logro y hasta comprometió su apoyo a Lula Da Silva para su sueño de liderazgo sudamericano. Pero, en definitiva, ¿cómo resultó? Lo informó ayer este diario: Brasil podrá contar en el superávit comprometido (4,25% de su PBI) lo que invierta en obras públicas. Pero la Argentina no. Se lo negó el Fondo.
En los '90 Carlos Menem cayó en el mismo error: forzó a los técnicos a cerrar un acuerdo de exportación a Chile que ahora no se puede cumplir. Inclusive la Argentina debe sacrificar a parte de sus empresas por la falta prevista de gas y hasta bajar no menos de un punto el crecimiento de su PBI (lo dijo el titular del Banco Central), algo que no ocurriría si, con realismo, se suprimiera mucho más de 18% de la exportación al país trasandino. Chile forzó a Menem porque no tenía ni tiene muchas alternativas: Bolivia -que sí es un país gasífero-jamás le venderá el fluido por el resentimiento histórico de haber perdido, en una guerra con los chilenos, su salida al mar. Por eso el vecino asumió el riesgo argentino. Hoy Chile está afectado; y su presidente, enojado. Declaró que tenemos «poca claridad» para movernos en lo económico y más exactamente en lo energético. Tiene razón en eso.
Este gobierno es confuso y con empecinamientos en economía, pero, en verdad, el compromiso de abastecimiento que recibió con Chile era difícil de cumplir si nuestro producto crece aceleradamente, como ocurre. Sobre todo, porque Menem firmó el acuerdo de exportación en 1995, pero en 1997 -al sobrevenir la costosa puja con Eduardo Duhalde para la presidencia en el '99, que en definitiva ninguno ganó- hizo perder efectividad a la Argentina en lo económico.
Las empresas locales abandonaron la inversión y la continua exploración. Kirchner apenas si agravó las cosas al jugue-tear mal con su intransigencia sobre el aumento de tarifas. Para colmo, el gobierno no explica bien la situación que en gran parte es heredada, como se observa.
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