El coronavirus y la falta de divisas pusieron de relieve la importancia que tienen para un país las capacidades productivas dentro de su territorio. Una vez declarada la pandemia, Argentina pudo comenzar a fabricar rápidamente barbijos, camisolines y multiplicó los respiradores. Pero las necesidades cambiaron y con el horizonte de una vacuna se torna indispensable la provisión de jeringas. Una década atrás eran cinco las empresas nacionales que las producían; hoy no queda ninguna. El Gobierno trabaja contra reloj para recuperar la fabricación nacional.
El Gobierno busca reactivar la fabricación de jeringas nacionales
El inminente operativo de vacunación aceleró las gestiones del Ministerio de Desarrollo Productivo. Hay siete empresas que podrían ponerse en marcha en el corto plazo.
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Descartada la posibilidad de llegar a la primera fase de vacunación que se llevará a cabo en enero, para la cual ya se acudió a una licitación internacional, apuntan a poder proveer la segunda tanda que sería durante el mes de marzo. El Ministerio de Desarrollo Productivo conformó un equipo técnico que analiza distintas posibilidades. En rigor, son siete las empresas que podrían retomar la actividad en el corto plazo.
La última fábrica que funcionó en el país se llama PMD y cerró en 2017. El galpón de más de 3.200 metros cuadrados ubicado en el municipio de Morón aún conserva sus máquinas. Según pudo averiguar Ámbito, uno de los proyectos que analiza la cartera que conduce Matías Kulfas es encontrar inversores que estén dispuestos a ponerla de vuelta al ruedo. Esta planta tiene la característica de que es una de las pocas que cuenta con grandes inyectores de plástico y tiene el certificado habilitante de la ANMAT. Más allá de que aprovechar la capacidad instalada de la empresa bonaerense aparece como una buena opción, la sociedad propietaria carga con pasivos que superan los $300 millones y esto podría generar complicaciones.
En declaraciones al programa de C5N Brotes Verdes, Enrique Lisjakex, director de PMD, sostuvo que la apertura de importaciones, en combinación con la suba de tarifas generó un combo imposible de afrontar. De este modo, la empresa no pudo competir contra las jeringas importadas de China que en muchos casos se vendían por debajo de su costo de producción.
La maniobra escaló a tal punto que en el año 2017 el Gobierno de Macri tuvo que tomar medidas antidumping. Aunque la respuesta llegó tarde, todas las fábricas habían cerrado. Con el comienzo de la emergencia sanitaria y sin la posibilidad de una producción local, las resoluciones se suspendieron. Pero el nuevo impulso a la producción local estaría acompañado de las limitaciones correspondientes a la competencia desleal.
El Estado consumía, previo a la pandemia, 300 millones de jeringas anuales. Se espera que esa cantidad aumente en 2021 con el enorme dispositivo de vacunación que el Gobierno ya está planeando. Quienes trabajan en el proyecto entienden que con garantizar una mínima porción de esas compras se podría viabilizar la inversión necesaria para poner en marcha la producción.
Desde la Organización Mundial de la Salud se identificaron 24 productos que son esenciales para hacer frente al coronavirus. La industria nacional ya fabrica 22. En este lapso se multiplicó por cuatro la producción de respiradores, se consiguió fabricar más de 34 millones de barbijos mensuales y se pudo normalizar la provisión de alcohol en gel. El desafío ahora es poner a funcionar un sector que se encuentra completamente paralizado.
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