3 de marzo 2024 - 10:35

No hay reactivación posible

La administración de Javier Milei emplea un mismo set de medidas: una brusca devaluación seguida de una acelerada apreciación cambiaria, incrementos desproporcionados de tarifas, eliminación de la intervención estatal en la fijación de precios en sectores sensibles.

El esquema de precios relativos, basado en mano de obra barata, con tarifas en ascenso y alcanzando los niveles de la región, sin acceso al crédito o con costo muy elevado, no incentivará las inversiones 

El esquema de precios relativos, basado en mano de obra barata, con tarifas en ascenso y alcanzando los niveles de la región, sin acceso al crédito o con costo muy elevado, no incentivará las inversiones 

La economía local transita un remake de la experiencia del gobierno de Cambiemos, aunque con algunas variantes escénicas y de intensidad de políticas que, a pesar de lo que proyectan muchas consultoras, le impedirá recuperar el nivel de actividad luego de la actual recesión, como había sucedido desde fines de 2016.

La administración de Javier Milei emplea un mismo set de medidas: una brusca devaluación seguida de una acelerada apreciación cambiaria, incrementos desproporcionados de tarifas, eliminación de la intervención estatal en la fijación de precios en sectores sensibles como alimentos, combustibles y medicamentos, contracción de la obra pública y liberación de controles a las importaciones.

El impacto va ahora en la misma dirección con más profundidad y celeridad por la mayor brusquedad en el uso de todas esas herramientas de ajuste. El resultado se puede dividir en dos esferas contrapuestas. Por un lado, un gran deterioro del poder adquisitivo de la población, mayor desigualdad distributiva y disminución de las capacidades productivas por suspensiones y destrucción de empleos. La contracara son los superávits gemelos (comercial y fiscal), la desaceleración inflacionaria luego de su pico de diciembre pasado y la acumulación de reservas que generan un campo fértil para los negocios de valorización financiera, alentada también por el sostenimiento de una tasa de depreciación oficial del peso por debajo de las tasas de interés.

No obstante, respecto al ciclo inicial del gobierno de Macri, además de la insignificante gradualidad de las medidas aplicadas, hay dos circunstancias actuales de mucha importancia que actúan en sentidos marcadamente opuestos, una a favor y otra en contra.

La positiva es la ágil recuperación del agro, tras la peor sequía de la historia en nuestro país. La Bolsa de Comercio de Rosario espera que la producción total de granos crezca un 65% en 2024 en relación al pobre registro de 2023. Lamentablemente, la disminución generalizada de los precios internacionales de los granos, de alrededor de un 25% en el caso de la soja, apacigua la bonanza. El resultado sería un aumento cercano a los 10.000 millones de dólares de las exportaciones agrícolas. En un escenario de depresión de la demanda y, por lo tanto, de las importaciones (los consumos en estado de depresión son de bienes y servicios esenciales que son nacionales, pocos importados o tienen un bajo componente extranjero en su fabricación), sumado al ascenso proyectado de esas ventas externas -representan un 14% de las exportaciones anuales promedio del país del último lustro- hace prever que este año volverá a registrarse un superávit comercial significativo, como entre 2019 y 2022.

Ahora bien, la circunstancia negativa en comparación con la gestión de Macri de sus primeros dos años, provoca un efecto de mayor incidencia que terminará frustrando la expectativa de una recuperación en forma de V, como pronostican, por ejemplo, Econviews y Abeceb para mayo o junio de este año.

Se trata de la manifiesta imposibilidad de acceder compulsivamente a los mercados internacionales de crédito. Ese factor es fundamental en modelos desentendidos de las necesidades productivas y sociales del país. En la era Macri había implicado un endeudamiento externo neto de más de 100.000 millones de dólares en apenas dos años y había generado una formidable apreciación cambiaria que motorizó el comercio, el consumo de bienes durables, como autos y artículos electrónicos, el turismo, la actividad inmobiliaria, financiera y de construcción, entre otros rubros.

Ese abaratamiento del dólar sumado a la liberalización del mercado cambiario había permitido que Cambiemos exhibiera una significativa recuperación, pero no era sustentable por su enorme dependencia del ingreso de capitales especulativos. Cuando el crédito externo se cortó la devaluación y la recesión fueron inevitables.

En cambio, el proceso de apreciación cambiaria actual es endeble y será insuficiente para impulsar una reactivación porque no hay señales de que vaya a contar con ingresos masivos de capitales externos como en el anterior ciclo de Caputo. Además, se produce en un escenario mucho más inestable, bajo una creciente debilidad política y una gestión errática cargada de improvisación. La revalorización del peso de las últimas semanas, a pesar de partir de una base considerablemente más alta de la cotización del dólar que en el inicio del gobierno de Macri, es más frágil aún, dado que su base de sustento es solamente el sobreajuste. La mano invisible del mercado sin ayuda externa no viabiliza ningún proceso de crecimiento.

El esquema de precios relativos, basado en mano de obra barata, con tarifas en ascenso y alcanzando los niveles de la región, sin acceso al crédito o con costo muy elevado, no incentivará las inversiones y la actividad productiva. La depresión acentuará la caída de la recaudación tributaria y el superávit comercial externo se utilizará para el pago de la deuda externa, limitando la acumulación de reservas. La contracción del consumo provocará también que la estructura de costos fijos en alza de las empresas deba prorratearse en menores volúmenes de producción y ventas volviendo inviables a empresas sin respaldo financiero. Un modelo que lesional la generación de riqueza y empeora la distribución no tiene ninguna chance de prosperar.

La narrativa de los que intentan generar ilusión en un escenario de letargo extendido, irá perdiendo credibilidad y adeptos y la conflictividad social seguirá en ascenso. Estos formadores de opinión que antes identificaban “brotes verdes” omitiendo que Argentina era el país que más se endeudaba en el mundo promueven modelos que proclaman la reducción de la participación estatal en la economía. Hoy con la promesa de que una baja de la inflación alentará la actividad y la llegada de inversiones pregonan que la nación requiere el sacrificio de las grandes mayorías.

En realidad, el propósito parece ser combatir la organización de los trabajadores, la capacidad industrial pyme, las empresas públicas con incidencia en el funcionamiento de los mercados y el fomento de la educación, la ciencia y la tecnología y así conseguir un país libre para la explotación abusiva de sus riquezas naturales en favor de las necesidades de crecimiento de los grandes centros de poder occidentales. La gran diferencia que hace hoy mucho más penoso el proceso que con Macri es que no hay plata (dólares prestados) para edulcorar transitoriamente la destrucción de capacidades productivas y soberanas de nuestro país.

Dejá tu comentario

Te puede interesar