Desde el viernes anterior al ataque terrorista, el Dow ha perdido 5,06 por ciento, prácticamente lo mismo que 5,31 por ciento cedido por el NASDAQ , 5,84 por ciento del Rusell 2000 (este índice comprende lo que podemos llamar PyMEs) y 6,6 por ciento de las acciones de Internet. Curiosamente el S&P500 y el índice compuesto del NYSE retrocedieron unos mucho más modestos 2.015 y 2,49 por ciento respectivamente. Da la impresión entonces que en esta corta semana se decide si lo sucedido el 11 de setiembre marcó algo negativo o algo positivo para el mercado. Hasta ahora, las señales de la macroeconomía fueron mayoritariamente negativas, a pesar de los dos recortes en sus tasas de referencia que dictaminó la Fed. Lo mismo puede decirse de los números y los anuncios de las empresas cotizantes. Las tasas, especialmente las de corto plazo se han derrumbado, en tanto que el dólar se recuperó levemente, tanto ante el yen como ante el euro. Casi podemos dar por terminado cualquier efecto puntual y afirmar que esta semana volvemos a la “ormalidad” de no ser por la escalada militar que se disparó desde entonces, y por la suba de poco más de 6 por ciento que ha tenido la onza de oro y el desplome de más de 20 por ciento en el precio del petróleo. A esta misma sensación contribuyeron la suba de 3,08 por ciento que tuvo el Promedio Industrial en la última semana y 7,11% que ganó el NASDAQ. De todas maneras y si bien es tiempo de volver a analizar el futuro de la economía y de los papeles, es mejor no descartar del todo los efectos que pueda tener las noticias de otro tipo. El viernes pudo ser un claro ejemplo de lo que está por venir. Con el mal antecedente que dejó Gateway tras el cierre del jueves, el anuncio antes de la apertura de que Sun Microsystems despedirá 9% de su fuerza laboral y que no podrá cumplir con los números que proyectaban los analistas para su primer trimestre fiscal, y el informe laboral que mostraba un recorte de empleos que prácticamente duplicó lo esperado, aunque el desempleo total estuvo en 4,9%, en línea con lo que se estimaba, al mercado no le quedó prácticamente ninguna otra cosa que hacer que retroceder. Poco antes de las once, las blue chips perdían 1,2% y las tecnológicas 3 por ciento. De ahí en más, no fue mucho lo que ocurrió hasta las dos de la tarde cuando el presidente Bush anunció que si bien ahora no es tiempo para más gastos, el Congreso debería aprobar inmediatamente un recorte adicional de impuestos por u$s 60.000 millones, que se supone ya está acordado y saldría esta semana.
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