29 de enero 2015 - 00:17

Carlés, propuesto para la Corte sin previo acuerdo

• ACADÉMICO, DE 33 AÑOS, NO TIENE MILTANCIA POLÍTICA.
• DISCÍPULO DE ZAFFARONI.

Roberto Carlés, ayer, en el despacho del ministro Julio Alak cuando éste le formalizó la propuesta del Gobierno para el envío al Senado de su pliego como candidato a cubrir una vacante en la Corte Suprema.
Roberto Carlés, ayer, en el despacho del ministro Julio Alak cuando éste le formalizó la propuesta del Gobierno para el envío al Senado de su pliego como candidato a cubrir una vacante en la Corte Suprema.
 El Gobierno jugó su carta para la quinta vacante de la Corte Suprema de Justicia y ayer propuso al académico Roberto Carlés como reemplazante de Eugenio Zaffaroni. De reciente sintonía con el Vaticano, su nominación tiene una parada difícil en el Senado para lograr los 2/3 necesarios (ver nota aparte). Coordinó el proyecto de reforma del Código Penal y en las conversaciones de Balcarce 50 su nombre se impuso por sobre otros candidatos más vinculados al derecho administrativo. El oficialismo inicia así el primer capítulo de otra de las subtramas que serán decisivas en 2015.

Carlés estuvo el martes en Olivos. Conversó durante algo más de una hora con Cristina de Kirchner y se fue con la orientación de presentarse ayer en el Ministerio de Justicia. Julio Alak lo esperaba con el ofrecimiento de ser candidato del kirchnerimo al máximo tribunal. El deadline para la propuesta del reemplazo de Zaffaroni era la semana que viene. Pero la Presidente viaja el viernes a China, lo cual implicó acelerar los tiempos.

La cercanía de Carlés al papa Bergoglio se inició el año pasado luego de que Sergio Massa lograra frenar el debate por la reforma del Código Penal. Luego de esa contienda, Francisco emitió su discrepancia por dos vías: primero envió una nota a Zaffaroni en la cual defendió su punto de vista sobre el instituto de la reincidencia (que venía de ser confirmado por sus pares de la Corte) y días más tarde recibió a Carlés en Santa Marta.

La elección de Carlés para el Gobierno tiene más peso por las características del candidato que por el poder real que este podría construir en la propia Corte en caso de lograr el acuerdo. Su línea doctrinal marca la distancia para con las ideas que dominan la Corte y su edad hace lo propio ya con un enfoque más incisivo que es proponer una persona de 33 años para un tribunal con un ministro de 96, que es permanentemente señalado por el kirchnerimo duro que llega al punto de fantasear con reunir a la comisión de Juicio Político para someterlo a estudios médicos.

Con esta nominación el oficialismo vuelve a dominar la agenda tras el escándalo político tras la muerte del fiscal Nisman, pero conlleva una tónica diferente: el debate por la vacante de la Corte se desarrollará en terrenos más visibles, con las cartas mejor señaladas. En cambio la reforma de la SIDE es una pelea cuyos capítulos decisivos (aquellos que tienen que ver con las relaciones del espionaje con otros poderes) se definen en la clandestinidad. En ninguno de los dos terrenos el Gobierno cuenta con perspectivas que transmitan tranquilidad, sino más bien todo lo contrario.

Mientras transcurra el tramite legislativo, la Corte tendrá un comienzo de año de ritmo intenso, con fallos importantes en materia política y económica, y el mensaje permanente de que un tribunal de cuatro ministros está en condiciones de funcionar y, tal como ya ha dicho Ricardo Lorenzetti, incluso hacerlo de modo más expeditivo.

Un rechazo a la postulación de Carlés volverá a configurar el complejo puzzle que implica encontrar un candidato que sorprenda -en el buen sentido- a la oposición pero que a la vez pueda oficiar como contraparte de Lorenzetti en la Corte. Por eso Ricardo Gil Lavedra nunca pasó de ser una expresión de deseo, especialmente luego de que la Corte elogiara una causa impulsada por su estudio una semana después de la muerte de Enrique Petracchi.

La postulación de Carlés hacia destinos decisivos está en borradores del oficialismo desde principios de enero porque su nombre sonaba para suceder a Juan Martín Mena como subsecretario de Política Criminal. Su nominación alienta otras expectativas para ese destino, como ayer era el caso de Leonardo Grosso, diputado oficialista siempre recomendado por el asesor Horacio Verbitsky.

Carlés se constituye para el oficialismo como una propuesta a mitad de camino entre el dogma y el pragmatismo. Esto último a partir de su amistad con José María del Corral, colaborador de confianza de Bergoglio y al frente de Scholas Ocurrentes, proyecto del Vaticano que Del Corral presentó ante las Naciones Unidas, cita a la cual llegó a bordó del avión presidencial proveniente desde Roma.

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