9 de noviembre 2010 - 00:00

Cupones bursátiles

En este mundo que todavía no ha salido de su crisis económica, las pruebas de ello provienen de la propia Reserva Federal y sus nuevos anuncios de aplicar «esteroides» a su mortecina reacción económica; cada lector tiene declaraciones y noticias para todos los gustos. Queda en cada individuo poder tamizar, discriminarlas, para no verse tapado -literalmente- de información que cubre todo el espectro. Cuando prestamos atención a últimas señales, nosotros nos quedamos con lo que proviene de Alemania. Y que en voz de su canciller -Angela Merkel- no se anduvo por las ramas. Revirtiendo severamente que la «lluvia» de dólares de Estados Unidos traerá consigo un peligroso efecto derivado. Porque, tal su pronóstico, la divisa norteamericana bajará y causará un «tsunami económico mundial».

Una nítida luz amarilla, que los operadores de mercados no parecen estar dispuestos a evaluar: tal la felicidad que los embarga, en casi todos los activos transables. Y ni que hablar de los adherentes a Buenos Aires y su raid bursátil accionario, que en poco más de dos meses ha dispensado semejantes diferencias. Tanto, como para pasar como un rayo al lado del que parecía índice chileno -el IPSA- y colocándose como máxima figura, entre los índices internacionales. Pero Merkel y Alemania no están solos en la advertencia de tal peligrosidad. Son muchos los analistas europeos que hablan de «los daños para la economía europea, de la apuesta monetaria de Estados Unidos». Se acusa a la Fed de «actuar por pura desesperación» y que la inyección de dinero fresco «no supondrá -en realidad- ningún estímulo directo para la economía de Estados Unidos».

Puede cada quién creerle a Bernanke, pueden otros tomarse de lo que dicen en Europa, puede también un operador e inversor desestimar toda preocupación y seguir disfrutando del momento: sacando el mayor partido posible de una especie de «oasis» que se encontró dentro de nuestro escenario. Puede uno ignorar de manera permanente todo aquello que le parezca «alarmista», pero lo que no puede evitarse son las consecuencias. Perder de vista que estamos en medio de un clima artificial, provisto por las circunstancias que vive el mundo y esa lluvia de dólares sin puerto ni destino -por ahora-, es hacerse una «película» de condiciones naturales que no poseemos, como para respaldar una suba vertical de los papeles. (Aunque, tal vez, prosiga.)

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