Periodista: No hay atisbos de una recesión. La economía está al rojo vivo. Y son malas noticias.
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Diálogos de wall street
Todo sube más que lo esperado. ¿No es demasiado frenesí, Gordon Gekko? ¿No querrá inmiscuirse la Fed y apagar tanto fervor?
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Gordon Gekko: Es lo último que los bonos quieren escuchar. No hay dudas.
P.: Las ventas minoristas treparon 0,7% en septiembre cuando se esperaba 0,3%. ¿Es la nueva regla? El empleo, la inflación, las ventas minoristas. Todo arroja resultados más rotundos que lo estimado. La producción industrial manufacturera prometía un avance de 0,1%. Después de todo, es una tímida resurrección. Y produjo un salto cuatro veces superior. La Fed se toma un respiro; la economía, no.
G.G.: Y la Fed estrenó su primera pausa en junio cuando se pensaba que la economía iba a contraerse en el tercer trimestre.
P.: Nada que ver. La economía vuela.
G.G.: El consenso estima hoy una expansión en torno a 3,5%, y en alza. Goldman Sachs elevó su pronóstico a 4%. JPMorgan dice 4,3%. En tiempo real, la Fed de Atlanta mide 5,4%.
P.: ¿Quién da más? El consumidor no afloja. ¿Nunca?
G.G.: El consumo crece muy fuerte, y no es novedad, pero se esperaba una desaceleración a fin del trimestre. Las ventas minoristas son una aproximación. Habían subido 0,6% en agosto y era esperable un descanso. No fue así. Agosto se revisó a 0,8% y septiembre clavó 0,7%. Y no es porque haya habido que gastar más en nafta por el aumento de precios. Sin gasolina, también trepó 0,7%. ¿Qué hará el consumidor en octubre? Calmarse. Pero las exportaciones netas también son muy robustas. Y crecer, crecen hasta los inventarios. Dónde uno observa detecta fervor. Del lado de la demanda y también del lado de la producción.
P.: Ya no hablemos de recesión, ¿dónde está la proclamada moderación?
G.G.: En la marcha de la inflación y de la creación de empleo. Ya habíamos advertido que la economía real era una tromba. Pero, no tanto. Si todo está bien medido (las revisiones de los datos pueden ser muy relevantes), la contrapartida del enigma son grandes ganancias de productividad.
P.: Nadie parece destilar entusiasmo. Preferirían números más modestos.
G.G.: En el cortísimo plazo, sí. Con un horizonte más extendido, estas son grandes noticias para las acciones. Sobre todo para las de pequeñas compañías. Y también para la Fed.
P.: ¿Cree que la Fed compartirá esa visión? ¿No querrá echarle un balde de agua fría a una economía tan vigorosa?
G.G.: Llegado el caso, sí. De momento, le alcanza con la marca a presión que hacen los bonos del Tesoro. La tasa de diez saltó como un resorte. Se ubicó a un tris de los récords. 4,862% versus 4,887%.
P.: Las tasas largas suben sostenidamente desde mayo, desde que se calmaron los nervios por la crisis de la banca regional. Y sin embargo la economía no se frenó. ¿No hace falta que la FED apriete también con las tasas cortas?
G.G.: Lo hizo en julio y lo podría repetir en noviembre. Personalmente, pienso que preferirá examinar una ronda más de indicadores y dejar una suba eventual para mediados de diciembre. Si el consumidor se enfría en octubre, que es lo imaginable, y lo hace en forma, podría saltearse el aumento y diferirlo para el año próximo. No solo el consumo, la economía (y los inventarios) deberían pisar el freno vis a vis su despliegue actual.
P.: Comenzó la temporada de balances. Empezó muy bien. Wall Street se montó con ganas a esa corriente incipiente hasta que las ventas minoristas la obligaron a desensillar.
G.G.: No son fenómenos independientes. Es la otra cara de la misma moneda.
P.: ¿El cielo puede esperar o cree que la Bolsa subirá igual?
G.G.: Las tasas largas están en ebullición. Ocupan, y con razón, el centro de la escena. La Bolsa no tiene apuro. Lo que necesita es que los balances confirmen que las ganancias (y los ingresos) por acción son capaces de alcanzar nuevos récords antes de lo que se esperaba. Cuando las tasas largas resuelvan su dilema, cuando la economía se apacigüe, se podrá facturar la mejoría.
P.: Los bancos trajeron resultados excelentes. Pero, con el aumento de las tasas largas, se sabe que acumulan mayores quebrantos en sus carteras de bonos. Son pérdidas no realizadas, ¿a nadie le quitan el sueño?
G.G.: Nadie lo ignora. En la medida que sean bonos del Tesoro, y haya fondeo, los quebrantos no se van a realizar. Una recesión sí podría forzar una venta anticipada. Pero lo que vemos es todo lo contrario.
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