7 de diciembre 2009 - 00:00

Elección de Sanz destapó vieja guerra de la UCR

Ernesto Sanz
Ernesto Sanz
La elección de Ernesto Sanz como nuevo presidente del radicalismo demostró que, más allá de las prácticas habituales en ése y otros partidos a la hora de discutir cargos en la conducción, hay una interna en marcha dentro de la UCR que puede tener consecuencias explosivas. El viernes por la noche los radicales no discutían si Sanz iba a ser o no el jefe partidario; esa decisión ya había sido tomada. Pelearon por la integración de una mesa de conducción con suficiente poder como para controlarlo a Sanz. Lo exigían tanto el cobismo, como el sector de la resistencia, del que había salido Sanz. Todos estuvieron pujando hasta la madrugada a punto de hacer trastabillar la presidencia de Sanz, un acuerdo que había llevado meses bordar.

Hasta se utilizó el despacho del vicepresidente en el Senado como campo de batalla para lograr una unidad que aún no es tal, pero que terminó con un equilibrio inestable que incluye al rionegrino Pablo Verani, el cordobés Carlos Becerra, Juan Carlos Marino, Manuel «Titi» Martínez y Genaro Collantes. Todos ellos fueron allí en representación del cobismo, pero en realidad la genética los ubica en el nosiglismo más auténtico. A ellos se suma Celeste Ruiz Díaz, por Franja Morada, que pertenece a «La Cantera», que anima Juan Nosiglia.

Enfrente Gerardo Morales ubicó a Angel Rozas, Miguel Giubergia, Mario Negri, Miguel Bazze, Carlos Maestro, Mabel Bianco y un delegado por Santa Fe a definir. Esos nombres, más la incorporación de Jesús Rodríguez como secretario general del partido, un pedido del propio Sanz, le garantizan a «la resistencia» una mayoría que nace con pronóstico reservado.

Fueron doce horas de negociaciones donde reapareció una vez más un estilo de puja interna que hacía tiempo no se veía en el radicalismo. Las estrategias más refinadas que utilizó la Junta Coordinadora Nacional para quedarse con el control del radicalismo en los ochenta, volvieron esta vez a escena.

Doce horas de negociaciones por la integración de la mesa de conducción de la UCR esmerilaron la figura de un presidente partidario como el mendocino Sanz que no debió haber asumido en medio de disputas.

¿Era sólo esa integración de la conducción lo que se discutía? Sería inocente pensarlo así. En la pasión del cobismo por abrazar a Sanz y ensombrecer al jujeño Gerardo Morales, aparece también la guerra por bloquear cualquier avance de los hombres que cerraron el acuerdo con Elisa Carrió. La jefa de la Coalición Cívica fue protagonista de esa noche en el Comité Nacional de la UCR aunque no haya estado presente.

Y la pelea en sí misma rompió cualquier posibilidad de un acuerdo futuro entre el radicalismo y Carrió. La misma chaqueña lo dijo ayer: «La Junta Nacional de la Coalición Cívica ya definió que en ningún caso podríamos establecer alianzas con candidaturas que hayan acompañado al kirchnerismo en su gestión». Otro portazo en la cara que le dio Carrió a Cobos sabiendo que el desgaste de Sanz en la negociación también incluyó un ataque a ella misma. Por si faltaba algún ingrediente, Daniel Katz luego le respondió a Carrió: «Vive dejando en off-side a los propios componentes de su espacio, porque hoy dice una cosa y mañana dice otra».

La chaqueña parece ya ser socia del sector que responde a Gerardo Morales en el Acuerdo Cívico y Social y no de la UCR en sí misma. Y lejos de estar muerto, ese acuerdo puede complicarle la vida a quienes sostienen que Cobos es el único candidato que puede llevar a elecciones a la UCR.

Por más que el vicepresidente sea la figura estelar a la hora de hablar de candidaturas, aun es minoría en el radicalismo, a pesar de los esfuerzos que hicieron sus lugartenientes el viernes a la noche.

Y en ese universo, aunque Carrió aparezca ya como una candidata imposible en el 2011 para el radicalismo, existen todavía otras alternativas. Algunos seguidores de Cobos saben que el camino para convertirlo en candidato a presidente por la UCR y otros partidos asociados aún tiene un largo trecho para caminar. Y saben también que una buena parte del radicalismo ve con mejores ojos al propio Ernesto Sanz como presidenciable.

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