25 de octubre 2001 - 00:00

Acierta Izcovich al alivianar una pieza de Kureishi

Belloso y Kureishi.
Belloso y Kureishi.
«Intimidad» de H. Kureishi. Versión escénica: G. Izcovich. Dir.: G. Izcovich y J. Daulte. Int.: C. Belloso, G. Ferrero, G. Izcovich, G. Kunca y M. Mariño. Esc. y Vest.: A. Leloutre. (Teatro La Carbonera).

El protagonista de "IntiEmidad" es ante todo un escritor y como tal, es alguien dispuesto a rebelarse contra los mandatos sociales y la moral instituida. Pero, en este caso, se trata también de un marido agobiado por la desgastante rutina de seis años de convivencia matrimonial.

Dispuesto a reivindicar sus impulsos adolescentes, sus necesidades lúdicas y su derecho al amor, Javier planea el abandono de su hogar, casi en secreto. Sobre esta línea argumental -sospechada de autobiográfica-, el escritor y guionista de cine Hanif Kureishi («Ropa limpia, negocios sucios», «Samie y Rosie van a la cama», «El buda de los suburbios») construyó un polémico alegato sobre el amor, la infidelidad y los peligros de languidecer dentro de un matrimonio cómodo pero sin rumbo.

Por su parte, Gabriela Izcovich -responsable de esta versión escénica y a cargo de la dirección, junto a Javier Daulte-le dio a la trama el formato de una comedia de costumbres elegante y sofisticada. Su protagonista -a quien la actuación de Carlos Belloso brinda un irresistible encanto-es un neurótico de película, que irrita a todo el mundo con la crudeza de sus declaraciones y cierta soberbia de niño malcriado.

Se supone que el hombre está en crisis, fondeando el dolor de la pérdida y la culpa por abandonar a sus hijos y, sin embargo, la pieza refleja más bien su costado cínico (adornado de frases sentenciosas) antes que su supuesta angustia y dolor.

La actriz y directora
Gabriela Izcovich logró una fluida versión escénica, con un muy buen manejo espacio-temporal. La estructura de su obra tiene mucho de montaje cinematográfico, o quizás de unitario televisivo «de calidad», siempre más proclive a explicitar los conflictos que a dejarlos librados a la imaginación del espectador.

Mucha literatura

«Intimidad» abunda en citas demasiado literarias. Pero, por otra parte, recurre a diálogos informales (entre amigos confidentes) y a situaciones cotidianas llevadas a un naturalismo extremo (se come, se fuma y se bebe vino en escena). Este permanente intento de alcanzar un alto grado de verosimilitud tiende a alivianar la tensión dramática de la pieza y a desviarla de su eje central. Por algo, las escenas de mayor interés (la terapia de pareja, la comparativa de agendas) siempre tienen por protagonistas a Javier y a Susana, su rígida y dominante esposa (una excelente interpretación de Gabriela Izcovich).

Sobre el final -y en una vuelta de tuerca muy propia del teatro dentro del teatroqueda en evidencia que la mujer no era tal como la pintaba su marido, pero ya no queda tiempo para desentra-ñar el estereotipo. Esta vez le toca al espectador imaginar cómo sería la verdadera
Susana.

Dejá tu comentario

Te puede interesar