8 de julio 2008 - 00:00

Aguirre: el folklore como punto de partida

Presentación de «Violeta». Actuación de Carlos Aguirre grupo. Con C. Aguirre (piano, acordeón), Jorgelina Barbiero (voz), Alfonso Bekes (guitarra, mandolina), Melisa Budini (voz), Florencia Distéfano (voz), Luis Medina (guitarra, charango), Silvia Salomone (voz), Fernando Silva (contrabajo, cello) y José Piccioni (percusión). (La Trastienda, 3 de julio.)

Seis títulos, «Invierno», «Rumor de tamboSres », «Ambar», «Laguna de agua», «Casa nueva» y «Mariposa leve», integran el flamante álbum «Violeta» del compositor y pianista entrerriano Carlos Aguirre. Esas composiciones, algunas de larga extensión, fueron la base del concierto con que el músico llegó a Buenos Aires para una nueva presentación en La Trastienda.

Artista inquieto, investigador que parte del folklore para adentrarse sin prejuicios en otros mundos sonoros, Aguirre parece haberle dicho adiós, al menos por el momento, al formato de la canción. Organizó una orquestación que nada tiene que ver con las clásicas del folklore, con su piano como eje, al que se suman guitarras, mandolinas, contrabajo, cello, percusión y un coro de cuatro voces femeninas pero usadas como otro instrumento.

La estructura de las composiciones tampoco responde a ninguna de las conocidas en el repertorio nativista. En cambio, a partir de ciertos «aires de» (generalmente cercanos al chamamé y otros géneros litoraleños), armó una serie de preludios, construidos sobre pequeñas células melódico-rítmicas que va modificando -en su dirección, en su armonía-, un poco a la manera de lo que hace el brasileño Egberto Gismonti.

El resultado de este proyecto, en manos de un hombre que está entre los más personales y creativos de las últimas camadas, es una música densa, muy trabajada desde lo climático y lo dinámico, que parecería servir como música incidental para acontecimientos que no se ven ni se cuentan, y que entrega muy pocas concesiones al discurso melódico como guía. En ese sentido, la presencia del tucumano Juan Quintero como invitado, para compartir la canción «Pasarero», resultó un bálsamo para quienes buscaban un lenguaje más familiar.

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