23 de junio 2008 - 00:00
Atractiva muestra revela un arte mexicano distinto
-
Quién tocó hoy en el Lollapalooza 2024: el line up del domingo 17 de marzo
-
Carlos Montani: el agua como una de las bellas artes
Uno de los capítulos de la muestra, «Mundo Pánico», aborda la influencia del dramaturgo y cineasta chileno Alejandro Jodorowsky, quien define el mundo de los artistas como una «pandilla» que, según aclara Medina, es «a veces clandestina, otras intoxicada y explícita, perfilando una especie de anti-tradición a lo largo de varias décadas».
Sin embargo, a los comics de Jodorowsky, se contrapone el rigor del capítulo dedicado a «Sistemas», movimiento derivado del estructuralismo francés, donde participa el argentinojaponés Kasuya Sakai, que residió en México. Arnaldo Coen, realiza unos bellísimos y sofisticados cubos de papel troquelado con notaciones musicales, poesías y colores sabiamente superpuestos, que sintetizan el afán interdisciplinario del grupo.
Entretanto, en los años setentalos artistas salen a ganar la calle, para usar sus obras como un medio de difusión de noticias alternativo. De este modo, como ropa tendida de unas cuerdas, cuelgan las fotos que al igual que el resto del arte de las décadas del 60 y del 70, fue sistemáticamente rechazado por las instituciones públicas.
La sala del Malba está dominada por una construcción, cuyo título, «Pentágono», es una franca referencia al edificio de EE.UU. La obra fue realizada originalmente por artistas sobrevivientes de la tortura, con objetos de desaparecidos y miembros mutilados dispuestos en estantes junto a pequeñas pinturas, como el retrato de Salvador Allende. Medina cuenta que la obra fue expuesta en 1977 en la X Bienal de París, y agrega que dos veces desapareció de la Universidad sin dejar rastros y que esta es la tercera versión.
Varias obras fueron reconstruidas para esta muestra, y el curador señala que algunas fueron compradas por la Universidad y forman parte de su patrimonio. En un diálogo con Medina, la sesentista Marta Minujín acota que gran parte de las obras del Instituto Di Tella fueron destruidas luego de las exhibiciones, porque a las instituciones no les interesaba guardarlas.
La violencia que sobrevuela en casi toda la muestra mexicana, se aquieta al ingresar en el espacio dedicado a los años 80, cuando se advierte la pluralidad de discursos que dominaron el escenario internacional. Sin embargo, los cuestionamientos a la identidad mexicana con el sabor de las telenovelas y la apropiación de los recursos del Pop y del kitsch, le brinda un sesgo propio a la producción de esa década.
El neomexicanismo está representado en «Cuauhtémoc», el retrato del héroe de la resistencia azteca pintado por Javier de la Garza, o en la parodia a Frida Kahlo de Nahum Zenil, que aparece con un corazón en una mano y un cuchillo sangrante en la otra, y en una estupenda pintura de Julio Galán, un niño elefante a punto de tomar veneno para ratas, «que no es malo para el alma».
En la década del 90, que culmina con el Tequilazo, artistas como Gabriel Orozco, Francis Alÿs y Richard Serra, entre otros, escalan posiciones en el circuito internacional. Son años signados nuevamente por la política y también por el humor, como el del artista Vicente Razo Botey, que llenó su propio baño con retratos, máscaras y souvenirs del ex presidente Salinas de Gortari, y que -aseguran- recibió más visitantes que cualquier museo de México.
Dejá tu comentario