Hacia el final de “La Patagonia rebelde”, cuando le cantan al coronel Varela aquello de “for he’s a jolly good fellow”, aparece un breve plano de dos estancieros muy satisfechos a un costado de la reunión. Es un chiste. Se trata de Héctor Olivera, el director, y Osvaldo Bayer, el guionista, que con su presencia le ponen el visto bueno a la obra. Esa era la primera vez que Bayer aparecia en pantalla.
"El testigo": fidedigno documental sobre Osvaldo Bayer
La periodista cordobesa Norma Fernández, amiga del autor de "La Patagonia rebelde" durante años, realiza un retrato del escritor en cuatro períodos de su vida
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Osvaldo Bayer en 1991, la primera de las etapas que recoge el documental de Norma Fernández.
Corre 1974, y “La tregua” y “La Patagonia rebelde” encabezan la taquilla, superando a los tanques de Hollywood. Pero en 1975 el guionista y el protagonista, Héctor Alterio, deben irse del país, amenazados por la Triple A. Y ya antes del golpe del ’76 la película ha salido de circulación. Debieron pasar diez años, para que el escritor reapareciera en la pantalla. Esta vez, en un documental alemán de Carlos Echeverría: “Osvaldo Bayer. Exilio y retorno”. Era 1984, y mostraba cómo sus colegas lo miran con indiferencia, no le dan un lugar.
Él retoma sus investigaciones y conferencias habituales, y el oficio de libretista. Colabora con Jeanine Meerapfel (“La amiga”, premiado en San Sebastián), los rionegrinos Echeverría (“Juan, como si nada hubiera sucedido”) y Ciro Cappellari (“Amor América”, “Sin querer”), la dupla Céspedes y Guarini (“Jaime de Nevares. Último viaje”, sobre el obispo de los pobres patagónicos) y las nuevas camadas de documentalistas que quieren contar la “otra historia, la verdadera historia”, como dice la canción de Lito Nebbia entonces en boga.
A esa altura, Bayer es un prócer del viejo anarquismo, el socialismo libertario, palabra que hoy tiene otra clase de connotación. Pero luce demasiado serio. Hasta que Eduardo Montes Bradley en un gozoso documental, “Los cuentos del timonel”, le cambia un poco la cara haciendo que recuerde sus andanzas navieras por el Rin y otras anécdotas risueñas, sin perderle por ello una pizca de respeto.
Ahora, a medio siglo de “La Patagonia rebelde” y la prohibición de sus libros, Bayer, muerto en 2018, es evocado en “El testigo”, una recopilación de la periodista cordobesa Norma Fernández, su amiga durante largos años. A cámara fija, ella lo grabó en cuatro ocasiones: 1991, todavía sin barba, 1993, y más luego, 2001 y 2017, ya nonagenario, de voz todavía firme pero un decir más despacioso.
El hombre es siempre el mismo. Habla del fracaso de capitalismo y comunismo, pide recuperar la ética del cristianismo, el pensamiento de Malatesta y Bakunin, que considera cercanos a Cristo, es amigo del padre Farinello, y al mismo tiempo se muestra más que comprensivo con los anarquistas exaltados, los vindicadores de revólver, cuchillo y bomba. Es crítico inclemente de la llamada Conquista del Desierto (“el perito Moreno preparó la invasión”, exagera), repitiendo viejas obsesiones ya largamente conocidas.
El registro se hace más interesante cuando evoca la lectura de “Las penas del joven Werther” a los 12 años, se ufana de la traducción que hizo con uno de sus hijos, comenta su novela “Rainer y Minou”, sobre el amor entre una chica judía y el hijo de un oficial nazi (Meerapfel hizo un buen film con el mismo planteo, “El amigo alemán”) y se asombra del violento repudio de la Madres contra la propuesta conciliadora de ese libro. Norma Fernández se limita a brindar una breve ubicación para cada capítulo, y darle el pie a Bayer para que él hable sin interrupciones, como corresponde. Cuanto mucho, cada tanto pone alguna ilustración, y eso es suficiente.
“El testigo” (Argentina, 2024). Dirección: Norma Fernández, Documental.
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