26 de junio 2007 - 00:00

"En un policial, el público se posesiona como un chico"

Dora Baret: «Yo empecé mi carrera a los 18 años y nunca hice tantas cosascomo ahora que tengo 66. Es que a mí me cambió la vida la ontologíadel lenguaje».
Dora Baret: «Yo empecé mi carrera a los 18 años y nunca hice tantas cosas como ahora que tengo 66. Es que a mí me cambió la vida la ontología del lenguaje».
Con más de 50 años de carrera, a Dora Baret sigue sorprendiéndole su propia fama. Como por ejemplo cuando hace un tiempo un taxista le dijo: «La reconocí por la voz». «¿Cómo alguien puede decirme eso después de siete años de no hacer televisión? ¿Por las películas que pasan en «Volver»? Este tipo de cosas gratifica mucho», dice.

Sin embargo, últimamente las cosas cambiaron y ahora la actriz disfruta de la popularidad de su nuevo personaje televisivo, la extravagante Mimicha de la tira «Son de Fierro». «La gente tiene una imagen mía muy seria, de actriz dramática, y como además mi vida privada siempre fue muy discreta no me imagina haciendo este disparate. Pero ahora que descubrí el placer de hacer comedia, quiero seguir en eso», asegura.

Aun así, el teatro sigue siendo su prioridad. En estos días protagoniza en el Actors Studio Teatro (Díaz Velez 3842) el melodrama gótico «Luz de gas», de Patrick Hamilton, famoso internacionalmente por la versión cinematográfica que realizó George Cukor, con el protagónico de Ingrid Bergman, Charles Boyer y Joseph Cotten. La versión que dirige Matías Gandolfo, uno de los hijos que ella tuvo con el recordado director teatral Carlos Gandolfo, está ambientada en 1910.

«Ingrid Bergman la hizo en cine cuando tenía 25 años aproximadamente, y nosotros la hemos acercado a mi edad sin que se perdieran ciertos rasgos adolescentes que caracterizan a Bella. Es una mujer muy golpeada psicológicamente, que vive siempre con la angustia y el miedo de que el marido, en cualquier momento, la agreda físicamente. 'Luz de gas' tiene una gran intriga y además trata un tema de actualidad, el de las mujeres golpeadas.»

La historia gira en torno a un pianista fracasado (interpretado por Jorge Sassi) que se casa con la vulnerable Bella para acceder a unas joyas ocultas en una mansión londinense. Una de sus tácticas es volver loca a su esposa, hasta que la aparición de un detective de Scotland Yard, investigando un viejo asesinato, complica sus planes. «Mi hijo Matías ama la historias de misterio y es un gran admirador de Hitchcock. La primera obra que dirigió fue 'La soga' [ llamada en cine 'Festín diabólico»], sobre otra de sus películas», acota. Gisela van Lacke, Vilma Ferrán y Gustavo Cenatiempo son otros de sus intérpretes.

Periodista: Hoy resulta muy difícil sostener en un escenario el suspenso y la intriga que requiere una obra de este tipo. ¿Cómo reacciona el público?

Dora Baret: Se compenetra muchísimo. Es gracioso, pero la gente comenta lo que va sucediendo en escena como si estuviera en el living de su casa. Y como va viendo lo que los protagonistas no vemos, algunos se desesperan como los chicos en el teatro y nos quieren ayudar con algún dato. Es increíble.

P.: ¿Habiendo tenido tantos protagónicos en cine y en teatro, no la frustra que el reconocimiento público llegue a través de la televisión?

D.B.: Estoy acostumbrada. Allá por 1979, cuando hacía «Bianca» por Canal 7, una adaptación de «Como antes, mejor que antes» de Pirandello, las mujeres iban a la peluquería y decían: «quiero el corte de pelo de Dora Baret». Fue una locura. Después hice más de 30 películas y unas cuantas obras de teatro, pero la gente se quedó enganchada con eso. Creo que tiene que ver también con el manejo que hacen los productores y directores. Menos mal que no quedé asociada a Teresa Visconti, la mala de la telenovela «Celeste». La gente se sigue acordando de ese personaje, al que creo haberle puesto cierto toque de comedia. El personaje de Mimicha que hago en «Son de Fierro» también tiene mucho de mi producción.

P.: ¿Usted empezó modelando junto a Nacha Guevara?

D.B.: ¡No! Ese es un malentendido. No sé por qué circuló tanto esa versión. Nunca fui modelo, sino que apenas hice algunas campañas gráficas para pagar mis estudios de teatro.

P.: Felisa Pinto dijo en varios reportajes que había hecho varias producciones de moda con ustedes, incluso una de ropa interior.

D.B.: Hicimos producciones con ella; pero, en realidad, Nacha, Graciela Duffau y yo fuimos convocadas por la revista «Para Ti» para ser sus modelos exclusivas. Fuimos las primeras modelos que salieron fotografiadas en la tapa. Hasta ese momento sólo se publicaban dibujos. Pero para mí no fue más que un trabajo.

P.: ¿Y cómo es que ahora se dedica al teatro, la televisión y la docencia, cuando antes prefería limitarse más.

D.B.: Yo empecé mi carrera a los 18 años y nunca hice tantas cosas como ahora que tengo
66. Es que a mí me cambió la vida la ontología del lenguaje. No es algo que pueda explicarle en pocas palabras. Pero hace unos 16 años atravesé un pozo depresivo muy grande y fue allí cuando conocí a la doctora Elena Espinal que ahora trabaja en México. Ella fue la que me introdujo en esta técnica que tiene que ver con la filosofía de Nietzsche y de Heidegger, el análisis sistémico y la logoterapia.

P.: ¿Es una técnica para actores?

D.B.:
Ante todo es para el ser humano y tiene que ver con empezar a tomar conciencia de las palabras que uno dice y ponerlas en práctica. ¿Vio que siempre se dice que hay que cambiar la mentalidad del argentino? Bueno, yo en una época era una desesperada difusora de esto y fui a golpear miles de puertas de funcionarios y políticos porque esta es la educación del futuro. Chile ya la puso en práctica porque uno de sus propulsores fue senador del gobierno de Lagos. Lamentablemente, en esa lucha en la que estuve casi cinco años me di cuenta que a los políticos argentinos no les interesa ningún cambio.

Entrevista de Patricia Espinosa

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