11 de enero 2007 - 00:00

Entretiene film de una experta en liviandades

Cameron Díazy Jude Lawviven uno delos dosromancesde «Eldescanso.El amor nose tomavacaciones»,livianoentretenimientode la directorade «Alguientiene queceder».
Cameron Díaz y Jude Law viven uno de los dos romances de «El descanso. El amor no se toma vacaciones», liviano entretenimiento de la directora de «Alguien tiene que ceder».
«El descanso. El amor no se toma vacaciones» (The Holiday, EE.UU., 2006, habl. en inglés). Dir. y guión: N. Meyers. Int.: K. Winslet, C. Diaz, J. Law, E. Wallach, J. Black, E. Burns, R. Sewell.

Nancy Meyers es una directora de fórmulas,sumamente hábil para elegir elencos y escribir comedias dramáticas livianas con historias y personajes que jamás se parecen, ni quieren parecerse, a la realidad. Lo prueban éxitos rotundos como «Lo que ellas quieren» (donde Mel Gibson encarnaba a un machista irredento con el poder de escuchar los pensamientos femeninos, la mayoría de ellos de dudosa lucidez, desgraciadamente) o « Alguien tiene que ceder» (con Jack Nicholson como un viejo fauno alérgico a las mayores de 30, hasta que le llega su Diane Keaton).

Esta película no es una excepción a sus reglas, empezando ya por la premisa básica: dos mujeres muy diferentes (una inglesa sufridora y una americana histérica; vale decir dos estereotipos), deciden huir de sus problemas sentimentales intercambiando sus casas para las fiestas de fin de año, sin conocerse y tras un breve chateo. Pronto ambas se cruzan en sendos vuelos: la periodista Iris (Kate Winslet) viaja a una espectacular mansión en Los Angeles en clase turista, y la experta en trailers de películas Amanda (Cameron Diaz) va en primeraa una pintoresca casa de campo en las afueras de Londres.

En su segundo día en Inglaterra, Amanda ya sedujo al hermano de Iris (Jude Law), e Iris lo mejor que encuentra para entretenerse es un ex guionista de Hollywood de 90 años (Eli Wallach), aunque por ahí anda rondando también un simpático compositor de bandas sonoras (Jack Black). Se trata, entonces, de que cada una vaya resolviendo sus conflictos amorosos, en forma paralela, y durante algo más de dos horas de película casi siempre entretenida (pero que tranquilamente pudo haberse resuelto en menos, eso también es cierto).

Para amenizar los minutos que sobran, Meyers se ocupa de «homenajear» al viejo Hollywood con alusiones a films como «Las tres noches de Eva» de Preston Sturges, entre otros, y hasta hay chistes internos como alabar la música de «Conduciendo a Miss Daisy», escrita por Hans Zimmer, también autor de la de este film, o un cameo de Dustin Hoffman cuando se cita «El graduado». Hablar mal de la industria hollywoodense actual es otro chiste más difícil de entender en un producto como éste.

Ahora bien, la relación que entabla Iris con el viejo guionista es, sin duda, lo mejor de la película. Ahí sí se puede reír y, sobre todo, llorar con alegría. Y no sólo por el formidable Eli Wallach (el único personaje que escapa a la macchietta), sino porque es ahí también donde Kate Winslet termina de robarle la película a Cameron Díaz.

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