9 de septiembre 2025 - 14:26

Federico Lorenz: la ansiedad como forma de literatura

En su nuevo libro, cuyo título parodia los de autoayuda, el narrador, ensayista e historiador recorre su formación literaria a la manera de una autobiografía

Federico Lorenz, autor de Antídotos contra la ansiedad

Federico Lorenz, autor de "Antídotos contra la ansiedad"

Historias curiosas, sorprendentes, que mezclan el ensayo, la crónica, y abren otra posibilidad a la literatura del yo, recorren “Antídotos contra la ansiedad” (Ediciones Godot) de Federico Lorenz. El autor lleva publicada una treintena de libros donde hay novelas, biografías, relatos históricos, ensayos y estudios sobre Malvinas. Dialogamos con él.

Periodista: ¿Por qué le puso un título de libro de autoayuda a una obra autobiográfica?

Federico Lorenz: “Antídotos contra la ansiedad” surgió de mi relectura del libro para su publicación y de un diálogo con los editores. Vi que había un recorrido por libros que había leído, datos que había conocido, hechos que había descubierto y situaciones que había vivido. Para mí es un recordatorio de algunas cosas que me hicieron llegar a este momento con una forma de ver el mundo. Supongo que en una coyuntura tan mala, negativa, cambiante como la actual podría acaso servir para poner en un contexto amplio y variado al lector, sumarle perspectivas.

P.: ¿Cómo surge la idea de notas variadas eslabonadas por fechas?

F.L.: Partió de la sugerencia de un amigo que vive en Suecia con quien se nos hizo el hábito de comentar actualidades, libros, política, todas esas cosas que uno habla con los amigos. En una de esas mutuas recomendaciones de lecturas varias veces destacó la obra del escritor sueco Sven Lindqvist, cuya obra aún no estaba traducida al español, y me contó que, en uno de sus libros, “Las estrellas en el cielo subterráneo”, había hecho un diario de lo que leía o le ocurría, que era una especie de hoja de ruta cultural, donde daba cuenta de sus pasiones y obsesiones políticas y literarias. Su punto de partida fue la constelación de aquellos libros y autores a los que regresaba con frecuencia. Fue entonces que mi amigo me propuso por qué no ensayaba trabajar en esa fórmula, en esas características.

P.: ¿”Antídotos contra la ansiedad” es un recorrido por sus lecturas?

F.L.: Entre otras cosas es un recorrido arbitrario, recortado, de un lector compulsivo. Busqué que aparecieran aquellas lecturas que, por algún motivo, que cuento, en un momento determinado, han sido determinantes para mí. Se podría pensar que es una autobiografía intelectual, siempre provisoria, como los son todas las biografías intelectuales.

P.: ¿Por qué eligió un orden cronológico, aunque arbitrario, que recuerda las “historias de almanaque” de Brecht?

F.L.: Si bien sigo el orden de los días y los meses, no sigo el orden de los años. La idea fue que, si alguien quiere leer el libro de forma continuada, andar a los saltos o asomarse a un determinado día para ver que sucedió en esa fecha o qué le propongo pensar, pudiera poder hacerlo.

P.: ¿Buscó trasladar los “Aunque usted no lo crea” de Ripley a la literatura?

F.L.: Tengo de la obra de Ripley el recuerdo de infancia de sus viñetas en los diarios y del programa de televisión, pero no es eso lo que busqué. Aunque a veces en mi libro hay algo de lo que ofrece Ripley, el hecho curioso, el dato poco conocido, el hecho que sorprende o conmueve. Yo contaba en ese sentido con el bagaje y la variedad de temas que surgen de mis actividades como historiador, escritor de ficción, investigador y profesor. Además, estaba el formato elegido, que tiene algo del diario personal y no lo es, y se prestaba también a eso. Estaba también el hecho de que los textos tienen diferente extensión. Mark Twain decía que “lo que vuelve interesante y atractiva a las carreras de caballos es la diferencia de velocidad de los animales”.

P.: Hay escritores que aparecen reiteradamente.

F.L.: Y otros que se mencionan al pasar y algunos que me hubiera gustado reseñar y no están. Entre los que se repiten aparecenn Dickens, Mark Twain, Robert Graves, porque han sido importantes en mi formación.

P.: ¿Por qué hay casos, como George Orwell, que los muestra en sus contradicciones?

F.L.: Todos en algún momento somos contradictorios, por qué no lo sería Orwell. Graves, a quien admiro, por momentos es una persona elitista, pero que hacía un culto de la amistad, celebraba reunirse con personas dispares, gente de los más diversos sectores y orígenes. Una de las entradas de “Antídotos…” trata de eso. Así como se juntaba con miembros de la nobleza inglesa o la alta burguesía lo hacía con trabajadores de Londres o campesinos de Mallorca. Le gustaba juntarse a charlar con gente con la que discrepaba. Esa actitud abierta me ha hecho reflexionar sobre su forma de entender la amistad y sobre lo que no perdemos con una actitud cerrada.

P.: Sólo una pocas veces aparecen historias de Malvinas, tema del que es especialista…

F.L.: Tres veces. Una sobre un naufragio en el siglo XIX, otra sobre un bar de la posguerra que me sirve para pensar cómo recibimos a quienes habían combatido en las islas, y otra sobre las experiencias de los isleños habitantes de Malvinas. Podía haber agregado más porque es un tema que me atraviesa.

P.: ¿Lo histórico lo marcó tanto como lo literario?

F.L.: Me atrevería a decir que soy historiador porque me gusta mucho la literatura. Trato de sostener el conflicto amable entre ambas disciplinas. En “Antídotos” así como hay entradas sobre historias de escritores, por ejemplo: Saramago, hay sobre historiadores, por ejemplo el francés Marc Bloch que fue miembro de la Resistencia. Bueno, la historia atraviesa todo “Antídotos…” desde el subtítulo “Una historia del mundo en 108 fechas”. Por otra parte, si volvemos a lo autobiográfico, a los que vincula este libro con la literatura del yo, diría que es buscar mostrar las distintas formas de contar desde lo leído y lo aprendido nuestro paso por el mundo.

P.: ¿Qué está escribiendo ahora?

F.L.: Estoy terminando un libro de cuentos para niños sobre Malvinas, y empezando una novela sobre un profesor en vísperas de su jubilación, que es autorreferencial pero no autobiográfico, me falta para llegar a ese momento

Dejá tu comentario

Te puede interesar