27 de abril 2000 - 00:00

"HASTA EL ULTIMO ROUND"

M uchos problemas conspiran contra la eficacia de esta comedia de boxeo, pero hay dos problemas realmente serios: como comedia, sus chistes son poco inspirados, y como película de boxeo, tiene una hora demasiado larga sin ningún tipo de acción en el cuadrilátero. Lo peor es la actuación de Antonio Banderas, que por momentos contagia al habitualmente más sólido Woody Harrelson, aunque éste de todos modos es el responsable de que la película sea más o menos tolerable.
Banderas y Harrelson son dos amigos, boxeadores veteranos sin mucha esperanza de remontar sus carreras, que debido a un contratiempo de último minuto tienen la última oportunidad de su vida: pelear uno contra el otro, en Las Vegas y antes de Mike Tyson. Como no tienen dinero, Lolita Davidovich, novia de Banderas y ex de Harrelson, los lleva en su convertible durante un inexplicablemente largo viaje hacia el ring. Las posibilidades dramáticas del triángulo están desaprovechadas, y lo que se cuenta podría haberse sintetizado en 20 minutos en vez de una hora y pico. Durante este extenso prólogo
«del camino», lo único realmente divertido es un acto en el que irrumpe la beldad oriental
Lucy Liu como una hedonista droga-dicta y ninfómana que aparece en medio de la ruta (luego le roba la billetera al mismísimo Rod Stewart).
Tampoco es demasiado feliz la forma en la que los amigos boxeadores comienzan a enemistarse durante el interminable viaje a Las Vegas. De todos modos, cuando al espectador ya todo le viene bien, comienza la pelea y la película mejora notablemente, básicamente debido a que Banderas ya no tiene diálogos y tanto su caracterización de peleador desfigurado por los golpes como la del sangrante Harrelson resultan convincentes.
Como toda esta parte de la película es bastante intensa e imaginativa visualmente (con numerosas alucinaciones que se les aparecen en el ring a los dos contrincantes), y hay numerosos cameos divertidos de personajes como Kevin Costner, George Foreman y James Woods, al final el espectador logra reprimir su deseo inicial de ir a la boletería a reclamar que le devuelvan la plata de su entrada.

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