18 de agosto 2025 - 15:52

"Homo Argentum" en su laberinto: víctima de la misma argentinidad que replica

Se tiende a disfrazar de ideología el comentario negativo hacia el film protagonizado por Guillermo Francella. Que sea récord gracias al actor más popular de la Argentina con una premisa tan atractiva como la composición de 16 personajes diferentes parece hacerlo intocable .

Guillermo Francella como el Presidente de la Nación, uno de sus 16 personajes. 

Guillermo Francella como el Presidente de la Nación, uno de sus 16 personajes. 

Homo Argentum se muerde la cola. Así como buscó reflejar la argentinidad al palo, esa esencia tan inexplicable, cayó víctima de una grieta que está lejos de cicatrizar. No son pocos los que señalan que las críticas descarnadas responden más a una cuestión ideológica que a la valoración lisa y llana de una película. Sus directores Mariano Duprat y Mariano Cohn se encargaron de explicitar que la película buscó “llevar de vuelta al gran público a los cines y que se financió enteramente con capitales privados”, sugiriendo que son pocas las películas argentinas que llevan gente a las salas y que es ese el modelo de producción deseable.

En el marco de la motosierra a la cultura que involucra el INCAA, el INT, el FNA y la cultura toda (solo para mencionar un área) afloran toda clase de sentimientos. Ahora bien, ¿por qué disfrazar de ideología un comentario negativo hacia el film? ¿Que sea récord gracias al actor más popular de la Argentina, Guillermo Francella, y una premisa tan atractiva como la composición de 16 personajes diferentes, implica que es un film intocable? O más bien, ¿si se la critica o no gusta es por la ideología a la que suscriben sus realizadores o la que se desprende de su relato?

Así como este estreno nacional ya es récord, no son felices los dichos de Guillermo Francella sobre los films nacionales que llevan poca gente a las salas (cada vez menos películas, tristemente, por los recortes). Cabe volver a explicar que la cultura tiene vocación formadora, enriquecedora de espíritu y aspira a la diversidad, a contramano de lo masivo que muchas veces resulta mediocre. Infinidad de artistas han repetido hasta el hartazgo que de no haber sido por las ayudas de cultura tanto en cine como en teatro no habrían podido concretar obras que elevaron a la cultura nacional.

No debe olvidarse que somos faro en el mundo, todavía, gracias al fomento inicial del Estado que se completa por capitales privados siempre. No debe minimizarse aquel material que no tiene un objetivo específico en la masividad de consumo, la cultura es otra cosa.

El debate en torno a la ideología política no hace más que amplificar el ser argentino, en definitiva, aquello que el film quiere construir. Una suerte de metadiscurso que se desprende del corpus. Hay quienes dicen que se la critica por resentimiento y que hay que valorarla por su resultado a nivel taquilla y “por lo difícil que es hacer una película en este país”. Justamente por esa razón es vital que continúen las políticas de fomento del INCAA en cine o el INT o Proteatro en artes escénicas, para que lo costoso que es hacer arte sea menos engorroso y se abra hacia lo posible.

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