7 de mayo 2004 - 00:00

Inquieta pieza de clima pesadillesco

Guillermo Arengo y Eliana Niglia otorgan carnalidad a sus papeles de niños retrasados y con ciertos hábitos escatológicos.
Guillermo Arengo y Eliana Niglia otorgan carnalidad a sus papeles de niños retrasados y con ciertos hábitos escatológicos.
«Los débiles» de G. Arengo. Dir.: A. Alvarado. Int.: G. Arengo, G. Ferrero, E. Niglia, y D. Lunazzi. Mús. Orig. y Dir. Musical: C. Candia. Diseño Esc. y Objetos: C. Ruy. Vest.: R. Bárcena. Ilum.: R. Sica. (Espacio Callejón.)

A demás de su conocida trayectoria junto al Periférico de Objetos («Máquina Hamlet», «Zooedipus» y «El suicidio» entre otros destacados espectáculos), la directora Ana Alvarado ha desarrollado un trabajo individual que incluye varias obras de títeres para chicos y un par de espectáculos para adultos, vinculados al tema de lo deforme.

El último de ellos se titula «Los débiles» y es una obra de clima pesadillesco que se apoya fuertemente en el material sonoro y musical creado por Cecilia Candia y en la escenografía y objetos diseñados por Carolina Ruy.

Al igual que sus compañeros del Periférico (Daniel Veronese y Emilio García Wehbi) Ana Alvarado también denota en sus trabajos individuales una fuerte inclinación por lo siniestro. En este caso se trata de una mujer policía que rescata de un accidente de ruta a dos hermanitos minusválidos que han quedado huérfanos. La mujer se apropia de los niños y los reeduca para que la asistan en sus tareas de control, pensando que en un futuro podrán reemplazarla. Con ese fin les hace repetir una rutina llena de acciones y palabras incomprensibles, mientras que las criaturas permanecen en una jaula «a salvo del mundo», pero reducidas a un estado casi animal.

Todos estos rituales aparentemente arbitrarios van cobrando sentido a medida que la mujer se enfrenta una y otra vez con el espectro de su padre (Daniel Lunazzi) que a pesar de su evidente deterioro se transforma en una presencia hostil y amenazante. Los personajes de «Los débiles» son enigmáticos y familiares, como lo son las figuras que nos visitan en los sueños. Quizás por eso las acciones que éstos despliegan adquieren un ritmo más bien moroso, donde se apela más a las imágenes que a lo que se dice en escena.

La obra requiere, entonces, de un espectador muy atento que guste leer entre líneas con la imaginación bien abierta. Por otra parte, la eficaz labor del elenco le otorga a la puesta una inquietante carnalidad. Para marcar las actuaciones de
Guillermo Arengo y Eliana Niglia -en sus roles de niños retrasados y con ciertos hábitos escatológicos-la directora tomó como referencia algunas de las impactantes imágenes que la fotógrafa norteamericana Diane Arbus (1923-1970) tomó en una institución para débiles mentales.

También merece destacarse la composición que hace
Gaby Ferrero de la mujer policía, a la que le aporta el delirio necesario sin caer en los estereotipos conocidos.

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