22 de enero 2007 - 00:00

La Boca: un espacio que concentra arte

El espíritu popular típicamente argentino (en la foto se reconoce al locutor de Crónica TV)en la imagen de Marcos López
El espíritu popular típicamente argentino (en la foto se reconoce al locutor de Crónica TV) en la imagen de Marcos López
Enclave de la inmigración italiana, La Boca alberga desde el siglo XIX una intensa actividad cultural. La Fundación Proa, dirigida por Adriana Rosenberg y patrocinada por Techint cumple una década, y en el marco de la celebración presenta «Buenos Aires. La Ciudad y el Barrio: La Boca», muestra de fotografías históricas y contemporáneas, documentación y grabados de Adolfo Bellocq, curada por Sergio Baur y Cecilia Rabossi.

Las imágenes seleccionadas por Luis Príamo, tomadas entre finales del siglo XIX y principios del XX por Christiano Junior, Samuel Rimathé y Harry Grant Olds, muestran las primeras imágenes de El Riachuelo y el puerto de La Boca, la Vuelta de Rocha, la arquitectura del barrio, la construcción del Puente Transborador Nicolás Avellaneda, los festejos populares y huelgas sindicales en las grandes fábricas.

Entre las fotografías contemporáneas de Alberto Goldenstein, Gachi Hasper, Esteban Pastorino, Humberto Rivas, y Augusto Zanela, entre otros, se destaca la de Marcos López, que monta de modo eficaz una elaborada escena en la terraza de la Fundación Proa. En la foto se reconocen personajes como el locutor de «Crónica TV» y, más que nada, ese espíritu popular típicamente argentino que López describe en un texto con estilo. El fotógrafo cuenta que siempre tuvo el deseo de comprar una pileta para invitar a sus amigos, y se pregunta: «¿Qué mejor para aliviar una calurosa jornada de verano que darse una remojada tomando un Gancia con soda, hielo y limón? Música, chicas lindas y una picada de mortadela, queso y salamines. La vida misma. Disfrutarla brisa fresca que viene del río, el cielo del atardecer cambiando del azul al rosa y al violeta, el sol poniendo dorados los adoquines, los puentes, los barquitos y el espíritu de Quinquela reviviendo en nosotros. Regalándonos los secretos de su luz y su color».

La Fundación Proa mantiene vivo el fenómeno de concentración de arte que existe en La Boca, desde que el italiano Francisco Parodi modelaba los mascarones de proa, que hoy son patrimonio del Museo de La Boca, y que según cuenta la leyenda ahuyentabanmar. a los demonios del

La muestra de Proa invita a recordar la historia incomparable del lugar. En 1861, a pocos metros de lo de Parodi, nació el primer artista boquense, Francisco Cafferata, elogiado por Bartolomé Mitre cuando realizó el monumento al Almirante Brown, el primero que un argentino emplazó en el país. En esos años, más de un millón de italianos llegaron a La Boca, epopeya que describió Edmundo de Amicis en «Corazón», donde hablaba de «un pequeño barrio medio genovés».

El primitivo «Grupo boquense» lo formaron, entre otros, Quinquela Martín, Maresca, Lacámera, Vento, Isernia y luego se unieron el poeta Antonio Porchia y los pintores Daneri y Victorica. Casi todos estudiaron con el maestro Lazzari en la Academia Unión de La Boca, donde, en el curso de música, Juan de Dios Filiberto ensayaba sus primeros compases.

En 1919 se fundó «El Bermellón», grupo que nucleó a Victor Cúnsolo, Facio Hebequer, Victor Pisarro y Juan del Prete, el primer pintor abstracto de la Argentina. Entre los independientes estaban el escultor Zonza Briano, que recibió el elogio de Rodin, y posteriormente llegaron Tiglio, Menghi y Diomede.

El único que conoció el éxito fue Quinquela, que supo valorar el rigor del trabajo, tema fundamental de su obra y emblema de los inmigrantes, y conquistó admiradores como el presidente Torcuato de Alvear, Benito Mussolini, la Infanta Isabel o el príncipe de Gales. Quinquela, que continúo viviendo austeramente fue, sobre todo, generoso. Entre sus múltiples donaciones figura el Museo de La Boca, donde se exhiben las pinturas que él compró con muy buen ojo, de Sívori, Spilimbergo, Fader y todos los boquenses.

Fortunato Lacámera, estrella del lugar, reduciendo sus temas a la más absoluta sencillez, logró una síntesis que roza la abstracción. Victorica, que había sido criado como una aristócrata, optó por la bohemia y alquiló unos cuartos en la misma casa en que Lacámera pintaba sus bodegones metafísicos. «Un caserón que había conocido momentos mejores» según contaba su amigo Manucho Mujica Láinez.

El talento pareciera surgir espontáneamente en el barrio, como el de Arnaldo D'Espósito, compositor que jugaba al fútbol en Boca Juniors y estrenó una ópera en el Colón. Pasado más de un siglo, Presas, Martínez Howard, Distéfano, Longhini, Larreta y Macció, mantienen la poesía del lugar. El domingo 28 de enero en Proa se puede ver la muestra, disfrutar de «una picada en la terraza» y escuchar un concierto al aire libre del DJ Doctor Trincado.

A.M.Q.

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