“Nos preguntamos para qué hacemos una obra si no sabemos que pasará el mes que viene pero, ante eso, hay algo superador que es la fuerza del teatro, y por eso sigue existiendo”, dice Leticia Coronel, autora y directora de “Estoy acá sin fin”, que ganó el segundo premio Germán Rozenmacher a la nueva dramaturgia y fue publicado por Eudeba en edición trilingüe.
Leticia Coronel: "Mi hija se alejó del teatro porque me vio siempre a las corridas y estresada"
La relación madre hija es abordada en "Estoy acá sin fin", en Estudio Los Vidrios, que la directora describe como "un garage, un taller, entonces conviven muchas estéticas porque no tiene todos los signos convencionales del teatro. El espacio pide diálogo con lo que es".
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Leticia Coronel, directora de "Estoy acá sin fin".
Está protagonizada por Nazarena Amarilla, Maira Annoni, Blanca Anzoategui, Damiana Gamarra, Jennifer Hernández y Coronel, y se estrena el domingo 5 de mayo en Estudio Los Vidrios, Donado 2348. Conversamos con Coronel.
Periodista: ¿Qué reflexión hay en la obra sobre esta relación madre hija?
Leticia Coronel: Escribí la obra desde la artista y desde la culpa como madre por la cantidad de horas que uno dedica al trabajo, a los ensayos, la realización de las obras. Al haber compartido tanto tiempo juntas porque la llevé a todos los ensayos, pensé en como transmitirle mi amor como madre, ese que se fue ensayando. Es mi única y primera hija, y plasmé cómo era eso de ser madre mientras ensayaba. Pensé desde la culpa primero pero descubrí que una, como adulta y madre, toma conciencia de que alguna vez no estará más. La conciencia del tiempo, la muerte, no es lo mismo cuando sos madre que cuando no. Los hijos quedarán solos porque es el proceso de la vida, pero eso me tomó por completo la obra. La había escrito por una cosa, los dos amores de mi vida, mi hija y el teatro, y me di cuenta que me llevó a otro lugar. El material le ganó a la autora, y habla de aceptar la muerte y la ausencia que es tan necesaria para la vida.
P.: Con tanto amor por el teatro, ¿cómo es que a tu hija no le gusta y lo prefiere lejos?
L.C.: Los primeros años ella fue a muchas clases de teatro, danza, le gustaba mucho y después fue creciendo y le dejó de gustar. Una cree que ser actriz es lo más lindo y trata de metérselo, pero Amanda me vio todo el tiempo a las corridas y dice que el teatro es muy estresante. En especial la manera de producir teatro, a sus 12 años tiene una decisión tomada que no quiere una vida a las corridas, donde todo el tiempo falta algo. Me gusta el poder de decisión que tiene al decir esto no elijo para mi vida.
P.: ¿Qué es la escena y cómo es esta catarsis que se hace para la vida?
L.C.: La escena es la zona de trabajo de los afectos, siempre trabajo con la autoficción y también milito por un teatro emocional en este mundo hostil, cruel y de desesperanza. El artista se agarra de ahí para construir signos extremos de vitalidad, afirmación. Uno necesita creer, decidir, ponerse en relación con la existencia. La escena es un lugar de vida y hay mucho vértigo, más cuando una trabaja con temas personales. Me gusta extremar el material personal para hacerlo más universal. No estamos tan acostumbrados a vivir en los sentimientos con intensidades altas, entonces creo que la escena es un lugar para sentir, me gusta dedicarme a esto.
P.: ¿Qué podés decir de la puesta y búsqueda artística?
L.C.: Es muy diferente a lo que vengo haciendo, es absolutamente precaria. La sala es como un garage, un taller, entonces conviven muchas estéticas porque no tiene todos los signos convencionales del teatro entonces el espacio pide diálogo con lo que es. Fue un trabajo complejo y acá la puesta pedía ir por lo más desnudo, el hueso. Nos encontramos con el peso del material y el peso que tiene que trasladar la interprete, el peso en el decir, en la emoción, es muy delicado, en la exactitud que no puede estar corrida. Hay que tener oído muy grande en esta puesta desnuda. Tiene la combinación entre lo crudo, lo tierno y lo simple. Nuestra amiga en la puesta es el precipicio, acá se sabe que además de los nervios hay un precipicio que va más allá del estar presente o conectada. La obra opera ante ese misterio. Es una combinación ente percepción, intuición, afinación, procedimiento y honestidad.
P.: ¿Cómo es producir hoy teatro independiente?
L.C.: Hoy está siendo extremadamente difícil porque el desánimo e incertidumbre son muy grandes. Uno trabaja todo el tiempo con lo que trae, le sucede, y eso se hace notar. Hoy el trabajo de sostener, economía, vínculo, es una supervivencia. En la producción de la obra se suma ese cansancio que trae el vivir y el agotamiento. Sigue y no lo pueden tirar abajo, es la fuerza de la existencia, se consolidan ahí las ganas de vivir, con o sin plata. Cuanta mayor amenaza de muerte o ataque al teatro, más vivo está.
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