26 de enero 2007 - 00:00

Lynch: "El celuloide no sobrevivirá"

David Lynch
David Lynch
Los Angeles (AFP y Especial) - David Lynch es el cineasta que realizó algunos de los títulos más memorables y enigmáticos del cine, pero en lo que a él concierne, la película en celuloide está muerta. El cineasta, famoso por películas perturbadoras sobre el lado oscuro de la naturaleza humana, como «Terciopelo azul», «El hombre elefante» y «Corazón salvaje», dice que se ha vuelto parte de la revolución digital.

«La película es un medio hermoso», dijo el cineasta de 61 años. «Hermosas máquinas, hermosas cámaras, la mirada, todo es exquisito. Pero hacer films así está muerto. Yo creo que le quedan muy pocos años de sobrevida». Lynch filmó su última película «Inland Empire», usando únicamente livianas cámaras digitales. E insiste en que no planea regresar a la filmación tradicional.

«Las cámaras tradicionales de cine son como plomo. Los 'travelling' son gigantes y pesados. Todo es grande y tan lento. Cada vez que mueves la cámara, tienes que iluminar nuevamente el set. Es como una tortuga en invierno», indicó. Trabajar con cámaras digitales permitió a Lynch filmar y editar en tiempo real, mientras que antes tenía que esperar 24 horas el revelado de la película.

«Ver lo que vas a obtener realmente y poder cortarlo allí mismo es invalorable», estimó. «Poder mantener la espontaneidad en el set sin matar la magia del momento teniendo que recargar la cámara es toda una nueva manera de trabajar. No podría volver nunca a trabajar con película. Es como un dinosaurio», añadió. Sin embargo, aunque Lynch defiende con entusiasmo las nuevas tecnologías, le molesta pensar que a medida que más películas puedan ser descargadas de Internet, la gente dejará de ver cine en una pantalla grande.

«Es un pensamiento terrible», indicó. «Espero que si la gente comienza a mirar películas en sus iPods, que tengan algún tipo de artefacto que les permita proyectar una imagen amplia en la pared», dijo. «Aunque espero que la costumbre de ir al cine nunca muera. Una pantalla gigante, una sala a oscuras con cientos de personas, las cortinas abriéndose y todos viajando a un mundo diferente... es algo no reproducible por otros medios».

Pese a todo, Lynch reconoce que al día de hoy la textura del digital en pantalla no alcanza aún la calidad del celuloide. «No sería honesto decir que el digital y el celuloide tienen la misma calidad, porque no la tienen aún. Tal vez, es probable, en los próximos años el digital se ponga a la par, pero aún no lo logró. Sin embargo, yo prefiero sacrificar algo de la calidad que se obtiene con el celuloide por los increíbles beneficios que resultan de filmar en digital. Es como haber dejado de lado la pesadilla de los rodajes, las cargas, el peso, las dificultades. Se simplifica todo, y eso también repercute en lo artístico. Antes, solíamos resignarnos a que quedara en el montaje final una escena que no nos convencía, simplemente porque ya era posible volver a rodarla: o ya no se disponían de sus actores, o las circunstancias lo hacían irrepetible. Ya no es más así», sostuvo.

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