8 de julio 2008 - 00:00

Mariani, el arquitecto que embelleció a Mar del Plata

Carlos Mariani- Haydée Pérez Maraviglia: puesta en valor de la Normandía, que emula un barco contra los acantilados de la costa.
Carlos Mariani- Haydée Pérez Maraviglia: puesta en valor de la Normandía, que emula un barco contra los acantilados de la costa.
"Hacer que la calle y la plaza se introduzcan en los proyectos es apoyar una reorganización del espacio privado. Una eficaz articulación puede permitir la concreción en los edificios de espacios de relación y de contacto entre la gente, de vinculación comunitaria, de lugares de encuentro". Estas palabras de Carlos Mariani, fallecido la semana pasada, lo caracterizan como arquitecto y como hombre, en su preocupación por el espacio y la comunidad.

Mariani había participado en numerosas muestras, ciclos de conferencias y Bienales de Arquitectura de Buenos Aires organizadas por el CAYC desde principios de los años ochenta, en las que estuvo presente con la excelencia de sus obras. En el entramado de estas actividades y de encuentros personales se fue tejiendo un vínculo de más de veinte años, convertido en amistad entrañable y generosa.

Mariani compartía su estudio junto con otros dos arquitectos: su hijo Jerónimo y su gran compañera en la arquitectura y la vida, su esposa María Haydée Pérez Maraviglia. Ambos graduados en la Universidad de Buenos Aires, iniciaron juntos el desarrollo de su actividad profesional en los años setenta, en la ciudad de Mar del Plata.

Entre sus obras más reconocidas en esa ciudad, se destaca el Hotel Sheraton distinguido con el Premio Vitruvio a la arquitectura en 1997. El Aquarium, sobre una superficie de arena y rocas de fuerte pendiente, entre el faro de Punta Mogotes y el mar: un claro ejemplo de su concepción arquitectónica en torno al eje natural-artificial, paisaje-arquitectura.

El Paseo Hermitage, renovación del área Casino-Hermitage, las ramblas y paseos descubiertos, fue desarrollado en dos niveles integrados en espacios abiertos a la comunidad. En el Shopping Los Gallegos, obtenida por concurso, propuso una calle interior con iluminación y visuales al entorno, vinculando dos importantes calles céntricas. Desde su inauguración se produjo una notable revalorización del área circundante que se encontraba sensiblemente degradada.

El edificio Iglesia San Benedetto destaca el singular equilibrio entre el simbolismo del espacio sacro y la realidad urbana del barrio portuario. El proyecto propuso un espacio para las actividades religiosas y, a la vez, para el encuentro comunitario. La idea central y núcleo del proyecto consistió en el desarrollo de dos áreas: el templo, espacio cubierto y el atrio, espacio abierto. Este último, rodeado por una galería que vincula las capillas laterales.

En la octava muestra internacional de arquitectura de la Bienal de Venecia, presentó el Parque Punta Mogotes, un área esencial en Mar del Plata. Su proyecto planteó la renovación de uno de los espacios públicos más significativos. Parques, plazoletas, caminos y ramblas desplegaron una trama peatonal y vincularon la ciudad con el paseo costero, otorgando nueva identidad al lugar en la confluencia de paisaje y arquitectura.

Se ha señalado que uno de los aspectos más destacados por el jurado del concurso fue la vinculación del parque con la trama urbana, que para los arquitectos «fue un verdadero punto de partida». Los puntos de acceso peatonal al complejo dan lugar a una singular conexión entre el barrio y el parque. El transporte público y los semáforos se deben adaptar a las plazas para facilitar un tránsito peatonal seguro y atractivo. Los recorridos planteados para el acceso originan una red peatonal a través de los parques temáticos, las lagunas y los estacionamientos, cada uno caracterizado por especies vegetales específicas.

Entre sus más recientes intervenciones, está la recuperación del ex parador Normandie construido en 1938, como el restaurante La Normandina, en Playa Grande. Es un complejo ubicado al nivel de la playa en un extremo de la escollera que separa Playa Grande de Playa Chica. Mariani mantuvo la fachada original como memoria urbana de un emblema de la Belle Epoque marplatense.

La propuesta urbana del Ente Administrador Puerto Santa Fe, iniciada en un área de ocho hectáreas con la refuncionalización de uno de sus muelles principales, convocó al estudio Mariani. Allí, proyectó sesenta mil metros de espacios públicos, circulaciones y treinta y siete mil metros cubiertos, a partir de construcciones existentes,incorporando actividadesque reforzarán la actividad turística, cultural, comercial y gastronómica de la zona.

El programa incluye un hotel cuatro estrellas, un centro de convenciones y de exposiciones, un complejo cultural y de oficinas, un área comercial, otra de gastronomía, amarras para barcos de excursión y veleros, estacionamientos y áreas de recreación al aire libre. El desarrollo del proyecto se basa en la linealidad del muelle, donde el extenso paseo recrea la situación urbana de la calle portuaria, aprovechando las fachadas existentes e incorporando nuevas volumetrías que con los silos, las grúas y las galerías de embarque, consideradas piezas fundamentales a preservar, refuerzan la imaginería ciudadana sobre el lugar.

A partir de esta intervención, el antiguo muelle portuario se convierte en un lugar de encuentro y de relación social formalizado por una secuencia de plazas, ramblas, miradores y calles, creando una red peatonal que actúa como conexión entre los distintos sectores.

A raíz de la presentación de Mariani en el Concurso Nacional de Fachadas, el lunes pasado, el arquitecto Carlos Dibar, jurado del premio, escribió: «Recorriendo los trabajos encontré un edificio que me resultaba más que familiar, eran unas fotos de La Normandina, una de las recientes obras del Estudio de Carlos Mariani. Llevé a los otros integrantes del jurado y les conté lo importante que era esa obra para Mar del Plata, cómo a través de ella se podía vivir el mar, como se habían recuperado esas formas que emulaban un barco, su imagen especular anclada en la orilla, pronta a zarpar. Arquitectura, recuperación patrimonial, respeto por la ciudad y por su historia y esa armonía, ese virtuosismo en el manejo de la formas y los materiales, ese don por la estética y la composición, esos son los Mariani, premiados una vez más por su arquitectura con uno de los premios honoríficos del jurado.»

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