10 de julio 2001 - 00:00
Rigor y belleza pese a los escasos medios
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Es un reto mayor encarar una experiencia como ésta con medios modestos, y Hugo Hallbricht lo afrontó a pesar de los riesgos. En este caso el fin justifica los medios, porque Hallbricht logró una puesta que si bien tiene falencias, tiene también hallazgos.
Conmovedor
La falta de medios es notoria por la pobreza de la escenografía y del vestuario. Pero desaparece cuando sólo las luces indispensables iluminan el corazón del protagonista. Un conmovedor e impecable Rubén Ballester, que evidentemente entiende a la perfección la agonía de ese ser que se resiste a renegar de Dios, prefiriendo cargar sobre sí el peso de la culpa.
Es convincente también el trabajo de Pietro Gian como Zuss, y correcto el desempeño de Montenegro como Nickles. La lucha que se libra en el alma de J.B., a quien se disputan el Diablo y Dios, tiene la fuerza del texto bíblico, aunque esté trasladada a la actualidad.
Es digno de destacar que un texto fundamental, injustamente olvidado, vuelva a resonar en escena. En emprendimientos como éste, vuelve a reflejarse el espíritu del Teatro Independiente, que alguna vez se enfrentó a la chabacanería del así llamado «teatro comercial».
Cuenta "J.B." la lucha que se libra entre el Diablo y Dios por el alma del protagonista. Esta obra fundamental de Archibald McLeish fue puesta en escena por Hugo Hallbricht con modestos recursos, pero con valorables hallazgos. Sobresale Rubén Ballester como J.B. Es convincente también el trabajo de Pietro Gian como Zuss, y correcto el desempeño de Montenegro como Nickles.
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