Brezons, pueblito de campesinos del Auvergne, 1889. A fines de un siglo donde se alternaron cruentamente imperios, repúblicas y reinos, la Tercera República Francesa logra afianzarse imponiendo derechos hasta entonces desconocidos, como la libertad de opinión, la libertad de prensa, la creación de sindicatos y, desde 1882, la educación laica, gratuita y obligatoria, toda una novedad para los europeos de aquel entonces.
Se estrena Madame Violet, un film que recorre los desafíos de la educación laica en la Tercera República Francesa
La delicada pieza, dirigida por el belga Eric Besnard, proyecta una discusión desde Brezons de 1889 hasta la actualidad.
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Madame Violet, una historia de la Francia de 1889 con ecos en la Argentina actual.
Ansioso de progreso, apenas dos años más tarde, en 1884, nuestro país también impuso, por ley 1,420, la educación laica, gratuita y obligatoria. Pero su aplicación fue harto difícil. En Francia, el laicismo era un directo ataque al clericalismo. Acá, era una forma de incorporar a los hijos de tantos inmigrantes musulmanes y evangelistas que estaban llegando.
La Iglesia Católica se puso en pie de guerra, al punto que el general Julio Argentino Roca, entonces presidente, expulsó al cardenal y rompió relaciones con el Vaticano (y de paso creó el Registro Civil). Pero había algo más: por sus horarios, la enseñanza obligatoria afectaba a los padres y patrones que requerían del trabajo infantil a lo largo del día. Con lo de gratuita no había problema, salvo el escaso presupuesto para el pago del personal docente. Como se ve, algunas cosas siguen sin arreglarse del todo.
En fin, éste es el contexto de la película que ahora se estrena, Madame Violet, historia de una maestra ya curtida por los años y los sufrimientos, que llega a Brezons en 1889. Pueblo de gente hosca, desconfiada, maliciosa. Nadie manda sus hijos a la escuela, ni aunque sea por obligación. Hay que hablar con los padres, casa por casa, y entender las razones, los prejuicios, y hasta los miedos de esa gente.
Los beneficios de la República les resultan indiferentes, el único progreso que aceptan es que ahora el cartero anda en bicicleta. Por suerte la maestra tiene el relativo respaldo del alcalde carpintero y el cura, que además también trabaja en el campo. Pero hay algo que todavía no hemos dicho: a la gente del interior las noticias de la Comuna de Paris, 1870, les llegaron parcializadas. Por ahí va una de las vueltas de tuerca de la historia.
El libreto es realmente bueno, con diálogos dignos de memoria y momentos de emoción a lo Marcel Pagnol, los intérpretes son mandados hacer para esos personajes, empezando por Alexandra Lamy, Grégory Gadebois y el niño Manon Maindivide, la ambientación, la música de ocasionales aires folklóricos, y sobre todo la bellísima fotografía de Laurent Dailland, conforman un verdadero placer más allá del drama que se expone, y que afortunadamente tiene un final bastante feliz (salvo para el alcalde). Un detalle: el libro que el niño termina poniendo con todo respeto en el estante, es el Pequeño Larousse Ilustrado, el mismo al que muchos años después María Elena Walsh le dedicó su hermoso “Vals del diccionario”.
Guionista y director, Eric Besnard, que acaba de hacer, de nuevo con la pareja Lamy-Gadebois, un intenso Jean Valjean (acá se conocerá como Los miserables. El origen). Conviene seguirle el rastro.
Madame Violet (Louise Violet, Francia-Bélgica, 2024); Dir.: Eric Besnard; Int.: Alexandra lamy, Grégory Gadebois, Patrick Pineau, Manon Maindivide.




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