Un proyecto que existe en Diputados para expropiar el deteriorado mural de David Alfaro Siqueiros «Ejercicio Plástico», además del estreno de una película sobre la historia de la negligencia sobre esta gran obra del muralista mexicano reflotan, esta semana, una de las vergüenzas que pesan sobre el patrimonio cultural argentino desde hace más de una década.
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Así son las cosas. Después de tanta tinta derramada en vano tratando de rescatar el mural «Ejercicio Plástico» que Siqueiros pintó en la Argentina en 1933, y que desde hace más de una década permanece dentro de cuatro containers al aire libre, soportando temperaturas que ninguna pintura es capaz de resistir, es probable que el cine consiga conmover a quien corresponda, para que de una vez por todas salga de su encierro.
De hecho, la película «Los próximos pasados. Vida y muerte de un mural de Siqueiros» de Lorena Muñoz, que recrea esta deplorable historia, se exhibió en el último Festival Internacional de Cine de Guadalajara y parece haber movilizado a los mexicanos. Hace unos meses en el diario «La Reforma» convocaban a los gobiernos de México y Argentina: «Al primero, para hacer un enérgico llamado diplomático por su rescate, y al segundo para asumir su responsabilidad con esta obra declarada patrimonio cultural argentino en 2001». Desde esa fecha, luego de que los sucesivos intentos de rescate de «Ejercicio plástico» acabaran en la nada, debido al litigio judicial que traba cualquier intento de preservación, sobrevino el olvido. Durante cinco largos años nadie habló de él. Ahora, de repente, vuelve a estar en el candelero.
Lo importante, hoy, es que un grupo de legisladores, encabezados por Jorge Coscia de la Comisión de Cultura de Diputados, viene sosteniendo reuniones con el galerista Alvaro Castagnino, hijo de Juan Carlos Castagnino y activo participante en la meta de sanear definitivamente el mural. Esos legisladores han pedido el material publicado en este diario sobre el mural, con la intención de reunir documentación y analizar la posibilidad de expropiarlo. Una solución drástica, para ponerle punto final al asunto, pero que implica que el gobierno pague el valor de la obra. La expropiación es la única forma de restringir los derechos a la propiedad privada y obligar a las partes litigantes poner precio al mural. Fuentes legislativas dijeron ayer a este diario que el proyecto de expropiación aún no fue presentado porque se están estudiando detenidamente todos los aspectos formales, a los efectos de que sea incuestionable cuando ello ocurra.
Cotización
¿Y cuánto vale realmente? Se sabe que «Ejercicio Plástico» fue adquirido por la firma Dencanor S.A. en 1994 por 825.000 dólares, la mayor cifra que se haya pagado nunca por una obra de arte en nuestro país. También se sabe que no es un mural más, que es una obra histórica y significativa de la vanguardia latinoamericana. Hace más de diez años los tasadores del Banco Ciudad estimaron el mural en 1,5 millón de dólares ya que, además, marca el origen del movimiento muralista argentino.
En 1933, Siqueiros convocó para su realización, en calidad de ayudantes, a Antonio Berni, Juan Carlos Castagnino, Lino Enea Spilimbergo y al uruguayo Enrique Lázaro. Cotizar una pieza de estas características es difícil, dado que por lo general tienen un destino público y rara vez se ven en el mercado. Que un coleccionista, para su propio deleite, como lo hizo el excéntrico millonario Natalio Botana en 1933, le pida a un artista que pinte un mural en el sótano de su propia quinta, es algo poco frecuente.
En estos días, la Academia de Bellas Artes decidió -luego de una pausa inexplicablemente prolongada- publicar un jugoso debate que tuvo lugar hace cinco años, donde se detallaron los riesgos que corre esta obra cumbre del arte latinoamericano en el inhóspito lugar donde se encuentra: una playa de grúas.
Dada la importancia crucial que Siqueiros le otorgaba al cine, arte de masas por excelencia, sería coherente que Lorena Muñoz lograra con su película pegar el empujón que hace falta para que finalmente el mural sea liberado del «chaleco de fuerza» (el término es del mexicano) que lo aprisiona.
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