3 de diciembre 2024 - 13:45

Sosa Escudero: sobre los pronósticos, con base científica

Diálogo con el economista e investigador que acaba de publicar “Viajar al futuro (y volver para contarlo)”, un libro de fin de año que también habla de predicciones, pero sobre fundamentos serios.

Walter Sosa Escudero, autor de Viajar al futuro (y volver para contarlo).

Walter Sosa Escudero, autor de "Viajar al futuro (y volver para contarlo)".

¿Sirven los pronósticos? ¿Son creíbles? ¿Los hay de ciencia ficción y los científicos? ¿Es posible predecir con acierto? En “Viajar al futuro (y volver para contarlo)” (Siglo XXI), Walter Sosa Escudero hace descubrir de forma amena y rigurosa “la ciencia detrás de los pronósticos”. Sosa Escudero es economista (UBA) y PhD (Universidad de Illinois), profesor e investigador (CONICET); entre sus libros de divulgación están “Big Data”, “Borges, Big Data y yo”, “Qué es y que no es la estadística”. Dialogamos con él sobre en qué medida el arte de pronosticar suma información, estadística, nuevas tecnologías, una cuota de intuición y otra de tolerancia al azar.

Periodista: A fin de año, cuando aparecen libros de pronósticos astrológicos. ¿decidió contrarrestarlos ofreciendo la perspectiva científica?

Walter Sosa Escudero: Estamos en un momento donde llueven los pronósticos. En las librerías mi libro compite con el de Ludovica Squirru. El presidente lanza pronósticos, dice, por ejemplo, que el año que viene la inflación va a estar a tanto. Las más diversas personas sentencian qué va a pasar. Y aparece “Viajar al futuro” que no hace pronósticos, sino que intenta hacer reflexionar sobre cómo se hacen los pronósticos y cuáles son creíbles. Y que se considere que hay cosas que no son pronosticables.

P.: La necesidad de “visitar el futuro” ¿es un deseo atávico, una intención previsora o mera curiosidad?

W.S.E.: Es una mezcla. Un ejemplo simple: ¿Quién va a ganar, Trump o Harris? Para alguna gente es un jueguito intelectual para hablar de algo y ver quién la pega. Para otros, una forma de tomar recaudos por lo que pueda pasar. Un pronóstico confiable permite tomar decisiones, adoptar recaudos, para cubrirse del riesgo o para entender qué pasará según lo que señale el pronóstico. Tienen algo de curiosidad y de chisme. Pero para muchos los pronósticos meteorológicos, económicos, políticos, más que una curiosidad son una necesidad para tomar recaudos, la más banal: llevar paraguas o no, menos trivial: ¿adelanto el alquiler en Mar del Plata o espero a ver si puedo ir a Brasil?

P.: ¿Qué pasa con los pronósticos acertados no tomados en cuenta?

W.S.E.: Un pronóstico relevante es el que es capaz de provocar cambios de conducta antes que el fenómeno se manifieste. Un pronóstico es un relato, por lo tanto, es clave cómo se comunica. Cómo usa sus materiales para convencer sobre los fundamentos de lo previsible. Veamos: la tecnología para predecir el tiempo está bastante desarrollada y funciona bien. Muchos servicios meteorológicos no están preocupados por la tecnología que permite los pronósticos sino por la forma en que se informa las características de un fenómeno. Hubo desastres naturales previstos por el servicio meteorológico que no fueron tomados en cuenta por la gente. Un importante componente de un pronóstico es una comunicación eficaz.

P.: ¿Una forma de justificar algo no previsto es decir que fue un cisne negro?

W.S.E.: Tendemos a llamar cisne negro a cualquier cosa impronosticable. Una impredecibilidad particular. Un cisne blanco con 23.473 plumas es tan raro como uno negro, pero con esa cantidad de plumas no es muy distinto de otro blanco. Se dice que Milei fue un cisne negro porque cinco años atrás nadie predijo que iba a ser presidente. Pero había muchas chances de que irrumpiera un candidato disruptivo, que viniera por fuera del sistema, que fuera un poco anárquico. Eso las encuestas lo estaban viendo. Entonces la aparición de un candidato como Mileí no era un fenómeno tan raro. Por lo tanto, no era un cisne negro, posiblemente el Papa Francisco fue un cisne negro. Yo no llamaría cisne negro a cualquier cosa rara sino a las que son raras, pero además muy distintas de otros fenómenos cercanos.

P.: ¿Qué es la ciencia de los pronósticos?

W.S.E.: Las formas de arribar a los pronósticos son mediante la estadística y los datos o a través de las explicaciones. Cuando Einstein pronosticó que en un eclipse iba a haber una desviación de los rayos, eso no surgió de estadísticas sino de razonamientos por los que según tal teoría eventualmente se podría observar que va a pasar eso. Es una predicción tradicional que surge de la ciencia. Otra forma -uso como genérico la ciencia meteorológica- muestra que detrás de un buen pronóstico hay una acertada combinación de información, tecnología e inteligencia. En ese sentido, en el libro se discute el rol que cumplen en los pronósticos las estadísticas, las computadoras, los algoritmos, la Inteligencia Artificial y la nueva ciencia de los datos.

P.: ¿La Inteligencia Artificial va a permitir tener pronósticos más acertados?

W.S.E.: Sí en algunas dimensiones, no en otras. Donde hubo avances y se van a ampliar los avances es en la calidad de pronósticos de aquellas cosas en que la limitación tiene que ver con los datos y los algoritmos. Hace veinte años para saber cuánto se tardaba en un viaje se hacía al tanteo, hoy se pone Googlemax y se sabe con precisión el tiempo que se tarda, porque ahora se tienen datos que antes no se tenían. En otras disciplinas no traba la predicción la falta de datos sino un elemento estratégico, por ejemplo, en una elección. Lo que hace Trump no es independiente de lo que piensa hacer Harris, y lo que ella hace no es independiente de lo que ella piense que va a hacer Trump. Ese razonamiento permea las finanzas, la economía, el deporte, la política. Esto no tiene que ver con falta de datos sino con la brutal interacción que hay en los fenómenos sociales. En lo que ahora hay falta de datos habrá muchos avances, por ejemplo, en la detección de tumores o en los procesos de compra en las redes, mientras que en economía, finanzas o política el rol de la IA es muy limitado.

P.: ¿En qué está trabajando ahora?

W.S.E.: Con Diego Golombeck, Sebastián Campanario y otros, trabajamos en estimar cuánto le cuesta al argentino no dormir las siete u ocho horas que recomienda la Organización Mundial de la Salud. Surgió una cifra escandalosa: le cuesta 1.3 del PBI

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