“La forma de contar esta historia es directa y popular, quiero que quede todo claro, que no sea elitista ni encriptada”, dice Rita Terranova, directora de “Babel cocina”, que coescribió junto a Patricia Suárez y tras resultar una de las ganadoras del premio del CTBA otorgado por el Banco Ciudad, debutará el 5 de febrero en El tinglado, con 14 actores en escena. La obra parte de la primera huelga en Buenos Aires en 1888, durante el gobierno de Juárez Celman, cuando el personal gastronómico y doméstico paró y protestó contra la libreta de trabajo, donde el patrón calificaba al empleado. Dialogamos con Terranova y Suárez.
“Babel cocina”: cuando los mozos dijeron “basta”
Diálogo con Rita Terranova y Patricia Suárez, coautoras (y la primera también directora) de una obra sobre una singular rebelión en el siglo XIX
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Periodista: ¿La obra parte de un hecho histórico pero qué historias cuenta?
Rita Terranova: La huelga está en el fondo, esa es la sorpresa, pero queremos contar historias de seres desprotegidos y entrañables. Hay un ayudante de lechero, una niñera, pinches de cocina, mozos que trabajan en el café, sirvientas y sirvientes, todos se reúnen en una plaza y quieren se anule la libreta de conchabos. Pero además del contexto histórico están los amores, las tristezas, y hay diferentes géneros. Me preguntaba cómo se cuenta hoy una historia donde hay inmigrantes del siglo XIX, y lo hago con todos los estilos teatrales. Era una Argentina donde quienes llevaban a cabo las movidas para los pobres eran los anarquistas y socialistas, era lo que había en esa época, un pueblo analfabeto, sin penicilina y muertes por fiebre amarilla.
Patricia Suarez: Rita quería escribir sobre un acontecimiento popular argentino y esta fue una huelga previa al movimiento obrero. Por el contexto de pandemia la pensé para que pudiera montarse como obra en exteriores y ceo que es más difícil ponerla en un escenario que en una plaza, pero para eso trabajó mucho Rita. Buscando temas me encontré con esta libreta de conchabos que claro que hoy día no existe pero sí está vigente el pedido de referencias. Creo que era tan polémico como pedir la libreta de vacunación y no soy antivaunas, tengo 4 aplicadas. La cuestión es que la huelga afectó tanto a la clase alta, a las señoras que no tenían a sus mucamas y a quienes querían ir a bares y restaurantes, que desde un diario pidieron al intendente que dejara la libreta fuera de circulación para no incomodar tanto a la oligarquía.
P.: ¿Qué géneros teatrales componen la obra?
R.T.: Me gusta el teatro para contar de manera teatral, entonces hay música, coreografía, algo del teatro dentro del teatro, romper la cuarta pared, emparentado con Marat Sade de Weiss o también Brecht. Es el teatro que me nutrió. Empecé en el ´70 y fui cambiando, primero hice sólo Chejov, luego comedias clownescas, clásicos como Goldoni, Moliere o Shakespeare, y otras cosas más populares. Es lo que absorbí y me gusta transmitir. No hay que tener prejuicios con el teatro, históricamente todo se dividía, recuerdo mi primer contrato en Canal 9 a los 18 años para ´El amor tiene cara de mujer´. Un maestro me cruzó en el pasillo del canal y me dijo que huyera de la TV, que tuviera cuidado. Él también estaba en TV pero claro, hacía un programa de música clásica.
P.: Hablaba antes de una Argentina con pobres, analfabetos y fiebre amarilla. ¿Cuánto difiere de la actualidad pandémica?
R.T.: A lo mejor por eso se nos ocurrió hacer la obra, con pandemia e inmigrantes que viven hacinados y se contagian. La historia la contamos con un estilo pasado de moda y estética actual. Le pedí a Patricia que escribiera sobre el tema y después cuando dirijo yo arreglo las obras. Inclusive agregué muchos personajes. Ella me dejó hacer lo que quisiera y cuando nos presentamos en el concurso del CTBA, sinceramente creí que no nos iban a elegir. Somos dos señoras y hay teatro que es muy de jóvenes. Pensé que estarían con cosas más de vanguardia. Y fui a la primera que llamaron. Telerman me dijo que linda era la obra, que se había divertido, que tenía mucho detalle y 14 actores en escena. Uno de los valores del teatro independiente era la cantidad de gente feliz trabajando para una obra, no eran uno, dos o tres como ahora, eran siempre elencos multitudinarios. Les dije a los actores que no íbamos a ganar mucho pero que la íbamos a pasar divino. Me gustan los espectáculos de mucha gente, festivos.
P.: ¿Siente que el teatro es de los jóvenes y sólo de vanguardia?
R.T.: Veo que el oficial y el independiente no se diferencian mucho. Veo los mismos actores, estéticas y temáticas. El Cervantes de Tantanian y Blutrach fue así, y me llamaba la atención porque debía ser muy abarcativo y poco prejuicioso. En este sentido el San Martín presenta más variedad.
P.S.: El teatro de hoy está diezmado, la pandemia no dejó a nadie sin dañar. Esperábamos un verano a pura comedia, desde la más tonta a la más reflexiva, pero el ómicron hace estragos y aunque sepamos que es una gripe chica, nadie tiene ganas. La gente se quería divertir mucho después de la pandemia y siento que luego vendrán tragedias y dramas sociales, que es lo que fascina a nuestro teatro independiente, pensar para poder articular una realidad diferente a nuestro pasado.
P.: Hablaron del independiente y el oficial, ¿y el comercial?
P.S.: Se mueven por sí mismos, es como si fuera otra galaxia. Y vuelvo al independiente porteño, al que amo porque se puede contar lo que sea, se puede hacer todo porque no hay nada políticamente incorrecto, habrá que bancar la crítica o perder plata, pero hay libertad y gran riqueza de temas. Y el oficial, presenta una una programación que viene del 2019, así que es difícil tener un lugar. Me gustaba un oficial como el de Rubens Correa y ahora llegó Gladys Contreras, con una super cabeza en programaciones para mover el teatro, pero carga con la mochila de lo que no se hizo en pandemia.
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