Marcelo Savignone realizará cuatro funciones de “Cuerpo”, obra que escribió, dirige y protagonizará desde mañana a las 20 en el Centro Cultural Recoleta con entrada gratuita. Se trata de un proyecto que formó parte de las Residencias para la Creación de Prodanza y fue parte de la programación del FIBA. Dialogamos con él.
Savignone: "Hacer teatro al aire libre es como volver a los griegos"
La pieza, que formó parte de la programación del último FIBA, es una aproximación coreográfica a los textos de filosofía de Baruch Spinoza.
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Savignone. “Cuerpo”, una obra basada en la filosofía de Spinoza.
Periodista.: ¿Cómo se interesó en la concepción de Baruch Spinoza del cuerpo?
Marcelo Savignone: A lo largo del tiempo investigué distintas teatralidades, desde Chejov, Shakespeare a la comedia del arte. Viajé a Aristóteles y Platón hasta llegar a Spinoza, pensador racionalista del siglo XVII, que planteó algunas cuestiones que me interesaron. Spinoza indagó en el budismo zen y planteó que, a lo largo de nuestra vida, nos preparamos para enfrentar nuestra muerte, y nos dedicamos poco a pensar la vida. Partía del interrogante de por qué nos cuesta tanto aceptar nuestra libertad, por qué luchamos tanto por nuestra esclavitud, y todos esos elementos me interesaron para la práctica teatral.
P.: ¿Y la cuestión del cuerpo?
M.S.: Él postuló que hay un dios por naturaleza, una única sustancia con infinitos atributos de los cuales conocemos el cuerpo y el alma, que según él son una misma cosa. La tradición cartesiana venía sosteniendo que cuerpo y alma estaban separados. Para Platón el cuerpo es una prisión. Entonces Spinoza propuso algo novedoso. Esa indagación es inquietante para pensar el cuerpo que muchas veces se intenta separar, casi como el pensamiento. El cuerpo trabaja de manera diferente según el contexto; en la comedia del arte es un tipo de cuerpo, en la tragedia otro. Deleuze hizo un estudio sobre Spinoza donde los afectos son como cuando uno se mete al mar. En el primer estadio las olas nos golpean, en el segundo grado de conocimiento entramos y empezamos a nadar, comprendemos pero no podemos controlar las pasiones. Y en el tercer nivel logramos fundirnos con la naturaleza.
P.: ¿De qué trata la obra?
M.S.: Aborda estos temas desde la danza y movimiento, no cuenta una historia.
P.: ¿Cómo es adaptar la obra al Recoleta? ¿Qué espera del público y cómo es trabajar con protocolo?
M.S.: Cuando comenzó la pandemia propuse el teatro al aire libre como camino de transición, que me reencuentra con el origen del teatro griego, el anfiteatro y la fiesta dionisíaca que se convierte en teatro. El patio del aljibe tiene mucho de eso aunque sea con todo el protocolo, que es el modo en que podemos tener este regreso a lo presencial.
P.: ¿Cómo ve el contexto teatral en estos tiempos de aforo reducido y pandemia?
M.S.: Complejo. Tengo mi sala, el Belisario, cumplimos 20 años, y quizá con el riesgo de cerrar si no podemos abrir otro año. No podríamos sostenernos desde ningún punto de vista sin abrir y muchas salas están en la misma situación. Si el teatro alternativo no puede trabajar, no puede subsistir. Hoy estoy en la disyuntiva de cierta alegría de hacer estas funciones que me permite el Recoleta, pero el panorama hasta marzo es incierto porque me pregunto qué haré con la sala. Deseo que se piensen políticas con las cuales podamos sobrevivir en 2021 porque desde el punto de vista sanitario no saldremos de la pandemia. En la antigüedad, Epidauro decía que tanto la naturaleza como el arte eran esenciales para la buena salud. Hoy la cultura necesita ser pensada como esencial y la pandemia contribuyó a darnos cuenta de eso.
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