6 de enero 2003 - 00:00
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La directora del Museo, Gimena Perera y su director ejecutivo, Alejandro Díaz, informan que cada uno de los juguetes tiene su caja, que se corresponde con la original, incluyendo el plano de las piezas y las diversas posibilidades de combinación de las mismas. Además, cada modelo cuyo precio oscila entre 30 y 50 dólares, posee su código, número de serie y un certificado de la Fundación Torres García que garantiza la fidelidad y calidad de la reproducción.
• Historia
Torres García comenzó a construir sus juguetes de madera en Cataluña, durante la primera década del siglo XX, época en que creó la Escuela de Arte y Decoración, publicó sus primeros ensayos y exhibió sus primeras expresiones constructivistas. Expuso entonces la muestra «Juguetes de arte» en la galería Dalmau de Barcelona y decidió encarar de modo comercial su fabricación, pero optó por emprender una nueva vida en Nueva York cuando lo estafó su socio.
Allí, con el apoyo de Gertrude Vanderbilt Whitney volvió a fabricar los juguetes, y fundó la empresa Aladdin Toy Co. Como la mano de obra era más barata en Europa, en 1922 se instaló en Italia con la idea de exportar juguetes a EE.UU., pero al poco tiempo recibió la noticia de que un incendio había arrasado con la fábrica y los almacenes de Nueva York. Cuando en la década del veinte se traslada a París, los juguetes que él llamaba «objetos plásticos», tomaron una dimensión escultórica y su producción, nuevamente artesanal ya no se diferenciaba de la artística.
Los directivos del Museo observan que «estas obras le ofrecieron al maestro la posibilidad de introducir al niño en los conceptos y las formas del arte moderno, estableciendo una correspondencia entre las innovaciones plásticas y pedagógicas, en particular de Fröbel y Montessori». Añaden que «la cualidad desmontable de las piezas está en consonancia con las propuestas didácticas que recomiendan el adiestramiento motriz mediante ejercicios de descomposición y recomposición de un todo». En suma, los juguetes responden a la voluntad de «relacionar el fragmento con la totalidad» que es uno de los principios clave en la obra del maestro.
En el complejo universo de Torres García las formas sencillas y armoniosas de los juguetes coinciden con su búsqueda de un lenguaje universal, el de los símbolos, que se inicia en su juventud y conforma en gran medida la identidad de su obra en la madurez. Así, la estructura simple y esquemática de estas obras, despierta resonancias en el inconsciente colectivo de todos los hombres y de todas las culturas.
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