Brasilia - Brasil irá a balotaje el próximo 30 de octubre, después de que el mandatario ultraderechista Jair Bolsonaro obtuviera ayer en la primera vuelta un sorpresivo desempeño frente al izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, que ganó por estrecho margen.
Ganó Lula, pero Bolsonaro sorprendió y habrá una segunda vuelta con final abierto
El expresidente acarició un triunfo en primera vuelta al obtener 48,27% de los respaldos, En contra de los pronósticos, el actual mandatario cosechó más el 43,33% de los sufragios y sigue en carrera hacia una eventual reelección.
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Al término de un conteo agónico que empezó dando a Bolsonaro una ventaja de hasta siete puntos pero que luego se fue reduciendo a cuentagotas, los resultados situaron al expresidente Lula con 48,27% de los votos, frente a 43,33% para el mandatario, con el 99,33% de los colegios electorales escrutados.
Las principales encuestadoras habían vaticinado una amplia ventaja para Lula desde hacía meses e incluso habían previsto la posibilidad de que el expresidente ganara ya este domingo sin necesidad de balotaje el 30 de octubre. Sin embargo, Bolsonaro resistió y logró un resultado en el que solo sus partidarios se empeñaban en creer.
Mientras, Lula, que incluso había reservado la emblemática avenida Paulista para celebrar su victoria por todo lo alto en San Pablo, tendrá que pelear ahora por cada voto.
“Los resultados forzarán a Lula a cortejar a los votantes centristas e incluso los conservadores de manera más agresiva en las próximas cuatro semanas”, dijo en un tuit Oliver Stuenkel, profesor de Relaciones Internacionales de la Fundación Getulio Vargas (FGV) en San Pablo.
Bolsonaro, un excapitán del ejército de 67 años, ha centrado su estrategia de campaña en los valores morales (“Dios, patria, familia”), un discurso patriótico y los ataques a su adversario, al que se refiere como el “ladrón” y “expresidiario”.
Mantiene un sólido apoyo entre los evangélicos, que representa un tercio del electorado, el agronegocio y los sectores populares que no perdonan al Partido de los Trabajadores de Lula sus escándalos de corrupción.
El ultraderechista había atacado en sus mítines las encuestas: aseguró que la temperatura electoral había que tomarla en las calles, y que en ese caso iba a ganar de sobras. Hace dos semanas dijo que sería “anormal” no ganar por 60% en la primera vuelta.
Su mandato estuvo marcado por una turbulenta gestión de la pandemia que dejó 686.000 muertos, un avance de la pobreza y el hambre, niveles récord de deforestación en la Amazonía y ataques contra las instituciones judiciales y la prensa.
Por su lado, Lula, de 76 años, contaba con alcanzar ya en primera vuelta una tercera presidencia apoyado en las clases populares, las mujeres y los jóvenes, tras haber gobernado Brasil entre 2003-2010 y haber dejado el poder con un envidiable índice de popularidad.
Pero Lula no ha podido sacudirse a ojos de buena parte de la sociedad la mancha de la corrupción. Fue sentenciado y luego obtuvo la anulación de sus condenas por motivos procesales por el escándalo Lava Jato sobre una red de sobornos en la petrolera estatal Petrobras.
En el centro de Río, Viviane Laureano da Silva, una funcionaria pública de 36 años, se mostró confiada en que Lula “ganará en un segundo turno. La campaña va a ser difícil. Soy de la periferia y veo cómo el pueblo apoya a Lula”, dijo tras conocerse los resultados.
“La extrema derecha es muy fuerte en todo Brasil”, dijo Carlos Melo, politólogo de la escuela de negocios Insper. “La victoria de Lula en segunda vuelta es ahora menos probable. Bolsonaro llegará con mucha fuerza a la reelección”.
Fuera de la casa de la familia de Bolsonaro en el barrio de Barra da Tijuca de Río de Janeiro, escenario de jubilosas celebraciones cuando Bolsonaro fue elegido en 2018, el ambiente era cada vez más optimista.
Maria Lourdes de Noronha, de 63 años, dijo que sólo el fraude podría impedir una victoria de Bolsonaro, y añadió que “no lo aceptaremos” si pierde. “Las encuestas en nuestro país, los medios de comunicación y los periodistas, son mentirosos, sinvergüenzas”, dijo.
Sea quien sea el ganador, asumirá la Presidencia el 1 de enero de 2023 y con ella, las riendas del país más grande y más poblado de Sudamérica, así como su mayor economía, la décima del mundo, según el FMI en base al PBI nominal. La pobreza casi se duplicó en Brasil durante el mandato de Bolsonaro, en gran parte, al igual que en muchos países de la región, como consecuencia de la pandemia de coronavirus.
Durante los mandatos de Lula, de 2003 a 2010, millones de personas se incorporaron a la clase media gracias a los elogiados programas sociales del exmandatario, que llegó a la Presidencia tras haber nacido en la pobreza, en el nordeste de Brasil.
Brasil ha comenzado a crecer otra vez desde el año pasado, cuando su economía repuntó más de 4,5% en 2021, la mayor subida en una década, luego de un retroceso de 3,9% en 2020, el primer año del coronavirus, el mayor desplome en 24 años. Este año, la economía brasileña acumula un crecimiento de 2,5%, gracias a un avance en todos sus sectores: la industria, los servicios y la actividad agropecuaria, según cifras oficiales.
Sin embargo, la inflación se ha disparado hasta un 8,8% como consecuencia de la guerra en Ucrania, una cifra muy elevada para un país acostumbrado a entre 3 y 4% anual, y que ha empujado a millones más a la pobreza.
Lula es favorito entre el electorado más pobre y entre las minorías, incluyendo a las mujeres, mientras que la base electoral más sólida de Bolsonaro está formada por los blancos y los sectores evangelistas, muy importantes en Brasil.
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