11 de octubre 2024 - 10:09

Científicos argentinos descubrieron por qué las ballenas tienen callosidades en la cabeza

Científicos del CONICET colocaron cámaras en el lomo de ocho ballenas para estudiar su comportamiento tras observar que tenían lodo en las callosidades de la cabeza, lo que sugería que buscaban alimento en el fondo del mar.

Las imágenes de las cámaras mostraron que las crías también buceaban en el fondo del mar, algo novedoso ya que hasta ahora los científicos desconocían que los ballenatos tuvieran la capacidad de bucear a tanta profundidad.
Las imágenes de las cámaras mostraron que las crías también buceaban en el fondo del mar, algo novedoso ya que hasta ahora los científicos desconocían que los ballenatos tuvieran la capacidad de bucear a tanta profundidad.

La ballena franca austral bucea junto a sus crías a más de 100 metros de profundidad para encontrar alimento de calidad en Península Valdés, un área de cría y reproducción de los cetáceos en la Patagonia argentina, reveló un nuevo estudio.

Científicos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), con apoyo tecnológico y logístico de la National Geographic Society, colocaron cámaras en el lomo de ocho ballenas para estudiar su comportamiento tras observar que tenían lodo en las callosidades de la cabeza, lo que sugería que buscaban alimento en el fondo del mar.

"Cuando salimos a muestrear el comportamiento de alimentación superficial y sub-superficial lo que veíamos es que muchas ballenas buceaban y luego cuando volvían a la superficie tenían barro en las callocidades de la cabeza", dijo Valeria D'Agostino, investigadora del CONICET, a Reuters en Puerto Madryn.

"Eso significaba y nos daba evidencia de que la ballena estaba buceando muy cerca del fondo", agregó D'Agostino, primera autora del estudio publicado este año en Scientific Reports, que reveló que cerca del lecho marino los cetáceos encuentran ejemplares más grandes de zooplancton que en la superficie.

Los científicos del Centro para el Estudio de Sistemas Marinos del CONICET (CESIMAR) en Puerto Madryn, unos 1.300 kilómetros al sur de Buenos Aires, descubrieron que este comportamiento era similar al de las ballenas francas del norte.

Las imágenes de las cámaras mostraron que las crías también buceaban en el fondo del mar, algo novedoso ya que hasta ahora los científicos desconocían que los ballenatos tuvieran la capacidad de bucear a tanta profundidad.

"Otra cosa interesante y que era desconocida para nosotros, y que pudimos descubrir a partir de este estudio, es que los ballenatos, es decir las crías de las ballenas, también bucean a más de 100 metros de profundidad cuando acompañan a sus madres", dijo D'Agostino.

Según el último censo de septiembre de 2024, hay 1.468 ballenas en Península Valdés, un área de cría y reproducción considerado Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y uno de los lugares turísticos más importantes de Argentina.

"Lo más relevante de estas investigaciones es que hoy conocemos que el área de Península Valdés no solo es un área de cría y reproducción para la ballena franca austral sino que también es un área de usos múltiples", dijo D'Agostino.

"Es decir, que las ballenas francas vienen a Península Valdés para reproducirse y parir a sus crías y también se alimentan. Hoy sabemos que las ballenas se alimentan a través de alimentación superficial, sub-superficial y buceo", agregó.

La experta contó que la ballena franca austral (Eubalaena australis) forma un grupo de cópula compuesto por una hembra y varios machos, lo que se llama cópula cooperativa.

"Todos los machos que forman el grupo de cópula que están maduros sexualmente tratan de copular a la hembra y luego la competencia es a nivel espermático, donde el espermatozoide del macho más fuerte va ser el que va a fecundar el óvulo y va a ser el padre de ese ballenato", explicó.

Para D'Agostino, los resultados del estudio son clave para determinar áreas marinas protegidas, que garanticen la conservación no solo de los mamíferos marinos sino también de todos los componentes del ecosistema para asegurar la disponibilidad de presas.

Por Miguel Lo Bianco, de agencia Reuters

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