11 de junio 2007 - 00:00

Cirujano afirma que Franco murió por error quirúrgico

Francisco Franco
Francisco Franco
El general Francisco Franco (1892-1975) no habría muerto si hubiese sido operado correctamente, dice el cirujano Juan Abarca, testigo de los últimos días de la vida del dictador, en su autobiografía, "Cinco litros de Sangre".

En el capítulo titulado "Mi verdad sobre la muerte de Franco", Abarca sostiene que Franco fue víctima de un error quirúrgico, una revelación desconocida en otras biografías del dictador.

Después de la Guerra Civil española, que enfrentó entre 1936 y 1939 al bando republicano y al denominado bando rebelde o "nacional", Franco estableció un régimen autoritario que se mantuvo hasta su muerte, acaecida el 20 de noviembre de 1975.

El médico, que presentó su obra hoy en la capital de España, asegura que el cirujano Manuel Hidalgo, que operó a Franco tras sufrir una gastritis hemorrágica, optó por "resecar nada más que una parte del estómago, aproximadamente un 30 por ciento", cuando lo correcto, dados los conocimientos y tratamientos existentes, hubiera sido una "resección total" o extirpación.

"La enseñanza de este caso no puede ser más obvia", comentó el experto, para alegar que "si se hubiera tratado de un enfermo cualquiera, y no de Franco, sus posibilidades de sobrevivir a esta patología hubieran sido muy altas", ya que en aquella época "las estadísticas de fallecimiento por úlcera de duodeno perforada debían estar sobre un 3 por ciento".

Abarca, que asistió a la operación de Franco en el hospital madrileño de La Paz tras haber sido intervenido de urgencia en su residencia, el palacio de El Prado (Madrid), manifiesta que conversó con él momentos antes y que el estado de salud "era perfecto".

De hecho, agrega el autor, superó tres operaciones cuando a los enfermos con la misma complicación y edad sólo se le suelen realizar, como máximo, dos intervenciones.

"Los médicos decimos que hay que tener cuidado con los recomendados, y es cierto", ironiza el cirujano, para apuntar los riesgos que conlleva que se les ahorren drenajes o se les acorte el periodo de las sondas, lo que hace que "los enfermos se compliquen por apartarse de la norma".

"En el caso del general Franco esta consecuencia se cumplió con la misma fuerza que correspondía a su poder", indica el doctor en el libro, en el que sentencia que "es difícil que haya habido un paciente que fuera más confusamente tratado que él".

Cuando Franco enferma "todos los síntomas parecían cardíacos" y, sin embargo, "los médicos sabemos" que hay procesos del aparato digestivo, como las perforaciones de úlceras, en las que "sale el aire y comprimen el diafragma sobre el corazón, haciendo que parezca un infarto de miocardio", explica.

El general fue tratado unos meses antes de una tromboflebitis en la pierna derecha y su médico personal, Vicente Pozuelo, había hecho que le atendieran en el Hospital Provincial -ahora Gregorio Marañón- en el cual era jefe de servicio.

A los dos días de padecer ese episodio de infarto, Franco sufrió una hemorragia digestiva "muy importante", que algunos achacaron al estrés, y Pozuelo llamó a su compañero de hospital Manuel Hidalgo.

Éste decidió intervenir de inmediato al general y lo hizo en un quirófano improvisado, instalado en el botiquín del palacio de El Pardo, algo que los compañeros de profesión observaron como "extraño", al ser "más lógico" trasladarlo a La Paz, adonde fue desplazado posteriormente.

El error que conllevó la muerte del dictador consistió en que los médicos no repararon, en la intervención de El Pardo, que Franco "padecía ya, tal vez por los días que llevaba con la perforación", una "gastritis hemorrágica que, según el nivel de conocimientos científicos que se aplicaban entonces, debía haber conducido a una resección total del estómago".

Este testimonio recogido en "Cinco litros de sangre" acompaña otros extraídos de las memorias de Juan Abarca, cirujano y empresario de la medicina privada a lo largo de su trayectoria profesional.

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