Argentina es el tercer máximo exportador de sorgo en el mundo, un cereal que se utiliza para bebidas fermentadas, harinas y otros productos, que terminan elaborándose en otros países. Por ello, investigadores del CONICET buscan controlar al Epicoccum sorghinum, un hongo microscópico que no solo daña la planta causando grandes pérdidas económicas, sino que también afecta la salud de animales y personas que eventualmente lo consuman.
CONICET: estudian alternativas para contrarrestar al hongo que afecta al sorgo, un cultivo de exportación
El organismo de la promoción de la ciencia busca controlar al Epicoccum Sorghinum, un hongo microscópico que contamina y afecta al cereal.
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El hongo es capaz de generar una toxina que daña todas las etapas del cultivo de sorgo: desde la semilla hasta el cereal cosechado y acopiado en silos
Aunque en nuestro país no se consume con frecuencia, el sorgo ganó espacio en la dieta en los últimos años, y aún más en otros lugares como China, principal comprador de Argentina.
El testimonio de la líder del proyecto del CONICET para controlar el hongo que perjudica al sorgo
Andrea Astoreca, investigadora del CONICET en el Centro de Investigación y Desarrollo en Fermentaciones Industriales (CINDEFI, CONICET-UNLP), lidera un equipo que trabaja para combatir al Epicoccum sorghinum: “A diferencia de otras especies que son inocuas o incluso benéficas, la presencia de E. sorghinum siempre es perjudicial, porque deteriora los cultivos y, sobre todo, porque es micotoxigénico. Esto quiere decir que produce una toxina llamada ácido tenuazónico (TeA), que causa un daño enorme a los granos antes y después de la cosecha”, explicó.
El sorgo está en auge en todo el mundo, ubicado en el quinto lugar en importancia mundial detrás del maíz, el trigo, el arroz y la cebada, cumpliendo un rol fundamental en la cadena agroindustrial argentina, que coloca al país como el tercer exportador global.
Por eso, Astoreca profundiza sobre el empeño en la búsqueda de soluciones frente al Epicoccum sorghinum: “Desde hace varios años me focalizo en el aislamiento e identificación de diferentes especies fúngicas —es decir, hongos— presentes en sustratos tanto de consumo humano como animal, y en las sustancias tóxicas que producen, llamadas micotoxinas, así como en los daños que pueden causar. Particularmente, la producción de la toxina TeA siempre se asociaba a otros hongos, pero no tanto a este, que aparece en un porcentaje altísimo en los cultivos de sorgo de nuestro país”, describió la experta.
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