Tips para regalar un libro (y no equivocarse tanto)
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Resultan una opción tentadora, ya que no se ofrece solo un objeto, sino también valor simbólico. Pero también es muy fácil errar y no dar con el texto indicado. Libreros revelan sus secretos.
"Regalar libros puede ser una tarea ardua, un 'rulo interminable'. Pero en general los que deciden hacerlo aceptaron ese desafío de antemano. Como consejo principal sugiero que vayan con mucha paciencia a la librería, porque a veces no es el primero, ni el segundo ni el tercer libro el que se va a elegir como 'el indicado'", sugirió Cecilia Fanti, dueña de Céspedes Libros, en Colegiales.

Fanti, quien posee formación en Letras, y es autora de la novela La chica del milagro, reconoció que a veces es imposible saber cuán lector es el destinatario porque no se lo conoce tanto, o es una atención a un profesional, por ejemplo los regalos a analistas. "En esos casos funcionan muy bien los libros objetos-ilustrados", remató. Y en cuanto a cuestiones prácticas, no olvidó que también es importante tener en claro un presupuesto. "Sé que a veces da pudor hablar de plata antes de tiempo, pero ayuda a entendernos mejor. Hay grandes libros a $ 300, 500, a 1000 y a 1500", indicó Fanti.
Por su parte, Debret Viana, quien desde hace ocho años se desempeña como librero en El Ateneo Grand Splendid, supo atender todo tipo de pedidos, tanto de lectores asiduos como de quienes se aventuraron a comprar un libro por primera vez.
Con un humor que también se refleja en su novela Deslinde, que fue publicada este año por la editorial Hojas del Sur, Viana elaboró para ámbito.com una guía de cinco pasos que, por arrancar sonrisas, no pierden su utilidad. Aquí, sus consejos:

• Conozca (al menos algo) del agasajado.
No es preciso ser un experto en el prójimo para regalar un libro pero es conveniente saber algo al menos. ¿Lee? ¿Qué lee? ¿Algún autor, novela o género que le haya gustado? ¿Algún tópico que le interese?
• No confundir profesión con pasión.
A veces van de la mano, pero no es mandatario. Es probable que un médico no quiera leer un manual sobre el miocardio ni un abogado la constitución nacional, pero es posible que ambos se sientan interesados por una novela que problematice esos tópicos. Indague el deseo, los placeres, los intereses. Es muy probable que alguien no quiera leer sobre aquello que hace en su vida diaria, por lo que el dato "es dentista" o "trabaja en la bolsa" no colabore con el discernimiento del texto ideal.
• Confiar en el librero
El librero es un ser extraño. Pasa buena parte de su vigilia entre libros, y de ningún modo se está haciendo rico. Si está en una librería es estimable que alberga algún tipo de pasión respecto a la custodia de los libros y a la misteriosa alquimia de vincular a un lector con la lectura indicada. Sin embargo, no lo sabe todo. No leyó todos los libros (la industria editorial es incontenible) pero son tantas las horas que pasa rodeado de textos que muchas veces logra vibrar en el mismo tono que las palabras yacientes y dormidas entre las tapas. Maneja el sutil arte de la reunión del deseo de la lectura con el libro justo. Pero no puede solo: necesita un poco de ayuda. Cuanto mejor sea la información brindada sobre el libro ansiado o el lector inminente, tal como un doctor, mejor sabrá diagnosticar el libro exacto y producir el dichoso encuentro.
• No existe el libro mágico
Si el agasajado es dentista, le interesa Picasso, el surf y los superhéroes no espere que el librero halle un libro que concilie todas las características, como una novela sobre un dentista surfer que tiene superpoderes e investiga el robo de un cuadro de Picasso. Nunca estarán alineadas todas las características de un ser en un libro, y aun si lo estuviesen, eso no garantiza nada: no necesariamente alguien quiere leer sobre sí mismo en un libro. El hallazgo del libro ideal es más una interrogación sobre el deseo que sobre la identidad del lector.
• Trate de explicarse, o déjese llevar
Con todas las virtudes que el librero pueda tener, no es un psíquico y todo lo que tiene es su relato. El librero es un gran interprete, pero necesita tener algo para interpretar. Si su explicación no tiene la suficiente consistencia o carece de los detalles pertinentes, bueno, it takes two to tango, y tal como es arduo diagnosticar una enfermedad si no se tienen claros los síntomas, no es improbable que dar con el libro exacto sea una misión dificultosa. Sin embargo, aún queda una carta: confiar en el librero. Los libros son un objeto peculiar, y no responden a una finalidad específica. No son como un mueble o un pantalón. Una polifonía de signos habitan el libro: es cuestión de confiar en que el librero sabrá dar con uno que de alguna manera interpele al desconocido agasajado, y te haga quedar bien con el regalo.
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