Costa Rica, la fotografía, el surf, los atardeceres. Así es la vida diaria de Camila Molina. Tras varias vueltas, dudas, errores y aciertos, la argentina logró vivir de lo que ama y en un lugar paradisíaco. Pero no fue para nada fácil. "Todo tiene su tiempo, llega en el momento correcto y pasa cuando tiene que pasar", admitió.
Ser argentina en Costa Rica: cómo es el proceso de emigrar
Camila Molina tiene 24 años y, después de mucho tiempo y dudas, decidió abandonar su país y viajar a Santa Teresa, donde vive de lo que ama. "Confia, todo llega en el momento correcto y pasa cuando tiene que pasar", se repite constantemente.
-
Se fueron del país, formaron una comunidad para poder emigrar y ayudan a los argentinos que quieren hacerlo
-
Emigrar y emprender, el sueño posible de los millennials
Nacida en Las Cañitas y residente de Villa Urquiza, Ciudad de Buenos Aires, Cami Molina terminó el secundario, se anotó en el CBC de la carrera de Ingeniería y -a pocas semanas de iniciar la cursada- decidió que quería tomarse un año sabático. No se encontraba, no sabía qué quería de su vida. "Tenía toda mi vida muy organizada y de repente me dijeron 'vuela pájaro'. Estaba muy confundida, no entendía nada", aseguró en exclusiva a Ámbito.
Esa decisión provocó su primer contacto directo con la fotografía. Ya que empezó a trabajar como fotógrafa para una empresa de viajes de egresados, una experiencia que -según la joven de 24 años- "fue el mejor curso de mi vida literal, ya que pasé de no saber nada a sacar fotos de día y de noche, con flash, en fiestas, en la playa, en un amanecer y hasta en un barco".
Desde allí, Camila sacó fotos para fiestas de egresados, bares, restaurantes, quinceañeras, embarazadas, fútbol, hockey, moda, eventos masivos y privados, entre otros spots. En ese camino, decidió estudiar la carrera de Diseño Gráfico en la Universidad de Palermo (UP). "Toda herramienta extra sirve. Además, me permitió hacer muchos contactos", confesó. Y, unos meses más tarde, fundó la productora audiovisual Pipa Producciones.
Finalmente, se recibió en plena pandemia, aunque el contexto de virtualidad desvaneció completamente sus expectativas respecto a cómo sería egreso. "Me imaginaba festejando y tirándome huevos con mis amigas. No pasó nada de eso", dijo Camila.
Pero la situación empezó a cambiar unos meses después, cuando las fronteras iban flexibilizándose poco a poco. Impulsada por su pareja de aquel entonces, quien vivía en Costa Rica, decidió irse a vivir a Santa Teresa. Anteriormente, había viajado y conocido ese país por él.
Las sensaciones eran muchas y variadas: "Estaba muy asustada y depresiva. Eran muchos cambios y todo me daba miedo. Uno a veces cuando está muy mal tiene esos manotazos de ahogado. No sé si tomé la decisión con la idea de me voy para siempre, simplemente quería salir de Buenos Aires y escaparle a mi cabeza, que obviamente seguía acá conmigo".
Entre tantos miedos, el hecho de que su exnovio estuviera asentado en el país hizo que Camila se sintiera "tranquila", ya que -relató- "él estaba súper instalado, tenía dos casas, a una de las cuales nos mudamos, y fue el llegar perfecto. Me permitió dar el primer paso, me ayudó un montón".
Ya en Costa Rica, solo restaba conseguir una fuente de ingresos. "Trabajé en un local de ropa y también hacía fotos. Siempre fotografié con mucho amor y entrega al cliente, por eso, supongo que me empezaron a recomendar y, como acá lo que más mueve es el boca en boca, empecé a crecer", contó Camila.
Y así inició su camino de vivir de lo que ama. Todos los días recibe propuestas de producciones. En ese sentido, la joven destacó que su spot favorito es la playa Rocamar: "Tiene una piedra gigante, donde hice muchas sesiones, ya que me siento muy cómoda. Nos entendemos bien, al punto de saber en dónde se tiene que ubicar la modelo para lograr una buena luz. Es mi lugar seguro y bueno".
Entre sus otras fuentes de ingreso, Camila actualmente brida una "Masterclass Mágica", que es un curso de cuatro horas en el cual otorga tips y consejos sobre fotografía. "La idea del curso es mostrar que es posible dedicarse a la fotografía y al arte", aseguró.
Además de crear contenido en sus redes sociales, vende presets (ajustes de revelado de una imagen en formato RAW que pueden guardarse y volver a aplicarse en otras imágenes) y también un ebook llamado "Los primeros pasos", que enseña conceptos básicos de la fotografía inicial.
Por otro lado, la joven relató que al llegar a Costa Rica su sociabilización era "nula", pero tras separarse de su pareja pasó a tener una "red de contención re linda": "Durante la temporada alta, tenía una familia. Éramos 15 amigos de todas partes -Alemania, Australia, Israel, Estados Unidos, entre otros- que estábamos solos, entonces sabíamos lo que pasaba el otro. Nos movíamos y hacíamos muchas actividades juntos. Además, al ser todos artistas -cantante, tatuador, DJ, fotógrafo, diseñador de indumentaria-, fue muy inspirador".
Tanta fue la inspiración que Camila vio posible combinar la fotografía con sus otras pasiones: el mar y el surf. Por eso, está a la espera de una funda para el celular que le permita hacer contenido, ya que "aprendí demasiadas cosas del océano y vi muchas otras que quiero que la gente vea. Hay personas que no se pueden imaginar todo lo que pasa ahí adentro".
En esa misma línea, al momento de definir a la fotografía, la joven dijo que "te lleva a lugares que tal vez no hubieses conocido por tu cuenta". Y ejemplificó: "Estuve en casas lujosas que, al llegar, te preguntas '¿cómo alguien puede necesitar todo eso'?".
Argentina, familia y amigos
"Argentina es un país demasiado hermoso, hay una energía y una pasión que no se encuentra en todos lados. Cuando uno está afuera y vuelve, lo mira con otros ojos, pero con el amor de siempre, ya que no deja de ser mi casa. Extraño a mi familia y mis amigos, pero también en Costa Rica encontré otra versión mía, que me gusta e inspira un montón", admitió Cami Molina.
"Me encanta alejarme para después valorarlo aún más. Uno siempre se empeña en que Argentina es una mierda y la verdad es que es muy lindo lo que tenemos", reflexionó.
Por último, para aquellos que no saben qué rumbo seguir o tienen dudas, la joven aseguró que "las limitaciones las ponemos nosotros. El mundo tiene muchas posibilidades, entonces, si uno es fiel a si mismo y hace todo con amor y respeto, las cosas se empiezan a dar solas. Hay que confiar y escuchar las pistas otorgadas por la vida, además de romper con los miedos".
"Yo decía 'no puedo surfear porque me mareo dentro del mar, me da miedo, no soy tan atlética'. Me creaba un refugio, pero la realidad es que mi alma estallaba de ganas, entonces un día dije 'lo voy a hacer, lo voy a intentar las veces que sean necesaria y, si tengo que dejarlo por un tiempo, lo haré, y después voy a seguir intentando'. Hay muchas cosas que nos decimos que no son para nada ciertas. Es solo cuestión de animarse", ejemplificó.
"Sé que no es fácil, pero uno debe encontrar su pasión y talento, y ponerlos al servicio del otro. Hay que estar siempre expectante a aprender, observar, escuchar y crecer. Es una deconstrucción bastante fuerte, porque es estar dispuestos a desaprender todo lo que nos dijeron. Pero es muy posible y muy sanador", concluyó Camila Molina.
- Temas
- Costa Rica
- Villa Urquiza
- Surf
- playas
Dejá tu comentario