El rincón donde el sabor y la memoria se sientan a la mesa

Puchero es una cantina contemporánea ubicada en el corazón de Villa Luro, donde tres amigos con alma de cocineros y corazón de barrio resignifican la cocina porteña con técnica, calidez y espíritu familiar.

Puchero es más que un restaurante: es un viaje afectivo a través del gusto, con corazón joven, alma de cantina y cocina porteña reimaginada.

Dicen que todo vuelve, y en Villa Luro esa frase cobra un sentido más profundo. En una esquina de casas bajas, sol en la vereda y ritmo pausado, Puchero logra recuperar la experiencia de comer como antes: con tiempo, con afecto y con platos que huelen a casa. Creado por el grupo Guardia Nacional –formado por Carlos Apollonio, Maximiliano Hilale y Axel Guerra, los mismos detrás de The Book, Casa Tónica y Siete Vidas–, este restaurante nace del deseo de reconectar con la cocina de la infancia, esa donde el guiso humeante, la tortilla dorada o el flan mixto eran parte del día a día.

Inspirados por sus propias vivencias y por la paternidad que los encontró en 2020, estos tres socios apostaron por una propuesta que honre lo cotidiano con mirada actual: así nació esta cantina moderna, donde el pasado culinario porteño se fusiona con técnicas de alta cocina, estética cuidada y calidez de bodegón. La idea no es replicar la nostalgia, sino interpretarla con identidad propia.

El local, que respira barrio desde la fachada, combina molduras de madera con una puerta celeste restaurada, ventanales que llenan de luz el salón principal, y un deck calefaccionado que invita a compartir en la vereda. En el primer piso, además, se esconde una cava secreta: un espacio ideal para cenas privadas, eventos especiales o experiencias como catas de vino, encuentros temáticos o maridajes sensoriales. Como broche, un bar oculto –The Book– completa el proyecto, con cócteles de autor, vinilos y noches que no apuran el reloj.

Puchero está ubicado en Av. Rivadavia 10300, Villa Luro.

Una cocina barrial y gourmet

La cocina, a cargo del chef Santiago Méndez, propone una carta extensa donde lo barrial y lo gourmet se dan la mano. Las entradas son un festival de reinterpretaciones: buñuelos de espinaca con corazón de mozzarella, tortilla de papa rellena con lomito ahumado y sopressata, empanadas de carne braseada o de hongos, y la ya célebre provoleta con panceta, morrón ahumado, cebolla caramelizada y huevo frito. Las tablas mixtas con quesos y chacinados de elaboración propia invitan a picar sin culpa, mientras que el chipá relleno de mollejas crocantes con huevo pocheado y salsa cremosa es directamente una declaración de principios.

Los principales no se quedan atrás: hay risottos que mezclan mar y tierra –como el de pulpo español al azafrán o el de hongos–, pasteles de papa y boniato que abrazan el paladar, y clásicos porteños reversionados, como la milanesa de bife de chorizo o el osobuco con puré duquesa, recomendado para compartir. Las pastas caseras brillan en versiones originales, como los raviolones de molleja con crema de verdeo, los sorrentinos de asado y provolone, o la lasagna de carne braseada y espinaca.

El restaurante resignifica la cocina porteña con técnica, calidez y espíritu familiar.

Los fines de semana, la vereda se transforma en escenario: ya hubo paellas gigantes servidas al aire libre, y es común ver largas mesas compartidas entre vecinos, familias y amigos que celebran el simple acto de comer bien. Porque si algo tiene Puchero es ese espíritu de mesa extendida y pan recién cortado, donde todos están invitados.

Para el final, los postres no decepcionan. La Copa Puchero, con helado, brownie, frutas, crema y baño de oro comestible, es tan atractiva visualmente como irresistible. También hay flan mixto casero, cheesecake de pistacho y maracuyá, vigilante con dulce y queso, y hasta una copa vegana, para no dejar a nadie afuera del cierre.

La cocina, a cargo del chef Santiago Méndez, propone una carta extensa donde lo barrial y lo gourmet se dan la mano.

Puchero es más que un restaurante: es un viaje afectivo a través del gusto, con corazón joven, alma de cantina y cocina porteña reimaginada. Una propuesta ideal para redescubrir en familia o entre amigos que saben que lo importante no es sólo qué se come, sino con quién.

Dirección: Av. Rivadavia 10300, Villa Luro.