27 de enero 2015 - 00:25

Al menos 12 muertos en atentado yihadista en Libia

Tras ser rodeados por el Ejército, hicieron detonar un cinturón de explosivos.
Tras ser rodeados por el Ejército, hicieron detonar un cinturón de explosivos.
En un nuevo episodio que demuestra el vacío de poder y la espiral de la violencia en Libia, dos hombres armados irrumpieron en un hotel cinco estrellas utilizado por diplomáticos y extranjeros, e iniciaron una toma de rehenes, que terminó con 12 uertos, incluidos los atacantes.

Según informó el vocero de la Oficina de Operaciones de Seguridad, Esam al Naas, a la agencia de noticias EFE, los muertos son tres agentes de la seguridad privada del hotel Corinthia -uno de los pocos que aún funciona en la ciudad-, un trabajador libio que fue tomado como rehén y cinco ciudadanos extranjeros, cuya nacionalidad no precisó.

El canal France 24 adelantó, citando una fuente de seguridad local, que las víctimas extranjeras fueron un ciudadano francés, uno estadounidense, uno surcoreano y dos filipinos.

El asalto se produjo a primera hora de la mañana y fue reivindicado por un grupo que dice ser la rama libia del Estado Islámico (EI), la milicia que en menos de un año tomó el control de más de un cuarto de los territorios de Irak y Siria, y que se convirtió en el objetivo principal de la nueva ofensiva militar de Estados Unidos y sus aliados en Medio Oriente.

La web estadounidense de vigilancia de los grupos extremistas SITE divulgó el mensaje del presunto grupo vinculado con el EI e informó que esta filial lanzó el ataque como una represalia por la muerte, a principios de año en un hospital de Nueva York, de Abu Anas al-Liby.

Este yihadista libio esperaba ser juzgado en Estados Unidos por su presunta responsabilidad en los atentados simultáneos de 1998 contra las embajadas norteamericanas en Kenia y Tanzania.

Al Naas, sin embargo, descartó la posibilidad de que se trate de "yihadistas extremistas" y aseguró que se abrió una investigación policial y forense para tratar de determinar quiénes eran los atacantes y a qué grupo pertenecían.

Según el relato de los testigos, al menos dos hombres armados entraron a los tiros en el edificio poco después de que un coche bomba estallara en el estacionamiento de este hotel-fortaleza.

Este hotel cinco estrellas es utilizado mayormente por las pocas misiones diplomáticas que quedan en Libia, políticos y militares rebeldes, además de empresarios y contratistas -un eufemismo moderno para hablar de los paramilitares extranjeros- que tratan de sacar partido del caos en el que esta sumido el país desde 2011, cuando la OTAN ayudó a derrocar y asesinar al entonces todopoderoso Muamar Kaddafi.

En el edificio, fuertemente vigilado, reside también el jefe del denominado Gobierno de Salvación de Libia, Omar al Hasi, un poder ejecutivo rebelde establecido en la capital que carece del reconocimiento de la comunidad internacional y de más de la mitad del país.

Fuentes de seguridad libias confirmaron que Al Hasi se hallaba en el hotel en el momento del asalto, pero que fue evacuado de inmediato, al igual que una delegación diplomática estadounidense y de la ONU.

Tras un fuerte tiroteo, dos atacantes lograron ascender al piso número 24 -reservado para los diplomáticos de Qatar- y se encerraron con un rehén en una de las habitaciones, en donde finalmente murieron.

La versiones aún difieren sobre lo que pasó allí. Hay quienes aseguran que las fuerzas de seguridad libias lanzaron una granada dentro de la habitación, mientras que otros testigos sostienen que los atacantes hicieron explotar sus cinturones de explosivos.

El atentado se produjo apenas unas horas después de que arrancara en Ginebra la segunda jornada de la nueva ronda de diálogo auspiciado por la ONU, que busca alcanzar una solución que permita a Libia salir del caos y la espiral de violencia en la que vive hace cuatro años.

Desde entonces, el país está dividido, con dos gobiernos, uno internacionalmente reconocido en Tobruk y otro rebelde en Trípoli, apoyados por milicias islamistas, ex generales kadafistas, líderes tribales y "señores de la guerra" vinculados con el tráfico de armas, drogas y personas.

Pese a que las potencias occidentales fueron centrales en permitir el derrocamiento de Kaddafi y el fortalecimiento de un heterogéneo frente insurgente, que incluía milicias islamistas, en 2011, en los últimos meses todos ellos e, inclusive, la ONU cerraron sus oficinas en Trípoli por la escalada de violencia.

En medio de lo que cada vez se parece más a una guerra civil, los ataques contra embajadas y lugares frecuentados por extranjeros se volvieron objetivos predilectos de los grupos armados.

En 2012, un grupo de milicianos lanzaron un masivo ataque contra el consulado estadounidense en la ciudad de Bengazi, la cuna del levantamiento contra Kaddafi en 2011, y mataron al embajador y a otros tres ciudadanos norteamericanos.

Aún, el ataque es considerado en Washington como uno de los peores golpes internacionales que recibió Obama durante sus dos gobiernos.

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