16 de octubre 2006 - 00:00

Larga agenda de temas sensibles

Quito - Un camino cuesta arriba le espera al próximo presidente de Ecuador, un país rico en recursos naturales pero con más de 60% de población en la pobreza, agobiada por la corrupción y castigada por la inestabilidad política.

El próximo presidente recibirá un país con una deuda exterior pública de más de 10.000 millones de dólares y con la economía dolarizada y sustentada básicamente en dos pilares muy fluctuantes: los ingresos petroleros y las remesas de los emigrantes. En 2005, el ingreso por las ventas del petróleo, el principal producto de exportación de Ecuador, totalizó 5.396,8 millones de dólares, y las remesas ascendieron a 2.266,6 millones de dólares, según el Banco Central.

Aparte de buscar mejores formas de aprovechar la bonanza petrolera, si continúan los altos precios del crudo en el mercado internacional, el próximo presidente debe idear fuentes menos volátiles para garantizar la estabilidad de la economía. Así, tendrá que mejorar el nivel de competitividad del país, diversificar tanto los productos de exportación como sus mercados y ofrecer mayor seguridad jurídica para la inversión extranjera.

  • Reto principal

  • El próximo presidente se encontrará con una negociación inconclusa con EE.UU. sobre un Tratado de Libre Comercio (TLC), apoyado por la mayoría de los empresarios locales y rechazado por los movimientos sociales y los indígenas, que se niegan a privilegiar una sola vía en el gran circuito mundial del comercio.

    El analista Luis Proaño, que opina que se debe firmar el TLC con EE.UU. pero protegiendo al sector agrícola, cree que Ecuador tiene que aumentar sus relaciones comerciales con Europa y dirigir su atención a la cuenca del Pacífico, pues el principal reto del próximo gobierno es « fundamentalmente económico».

    «Teniendo dinero se puede dar mejor salud, educación, seguridad, obras públicas. En el momento en que tengamos la riqueza andando en Ecuador, se acaba el problema migratorio», dijo Proaño al recordar a los 3 millones de emigrantes ecuatorianos esparcidos por América y Europa.

    Para el analista económico Eduardo Santos, «hay que hacer un esfuerzo audaz para tener una agenda de desarrollo, una política de Estado y no de gobierno», en temas económicos con los que se concatenan asuntos sociales, mientras en lo político la solución a los problemas está, a su criterio, en encontrar consensos.

    Ecuador arrastra una herida política acentuada en 1997, desde cuando ningún presidente elegido en las urnas ha logrado terminar su mandato, por lo que en el catálogo de los presidentes se han registrado siete nombres en los últimos nueve años. Esa inestabilidad se ha traducido también en polémicas entre partidos políticos, que son cada vez menos aceptados en la sociedad.

    El próximo gobierno también tendrá que cristalizar la repetida oferta de diversos políticos de transformar la estructura del país a través de una reforma política, para lo que proponen asambleas constituyentes, asambleas constitucionales o consultas populares.

    Una piedra en el zapato del próximo gobierno será la eventual ampliación del acuerdo, que finaliza en 2009, del uso de la base de Manta, donde hay un centro militar de operaciones de EE.UU. para la lucha antidrogas, rechazado por indígenas y movimientos sociales.

    A tenor de las declaraciones de los candidatos presidenciales, el próximo gobierno seguirá esquivando involucrar a Ecuador en el Plan Colombia de lucha contra las drogas y la guerrilla que lleva a cabo Bogotá con apoyo de EE.UU., aunque el país continúa sufriendo sus consecuencias, en especial con la llegada de refugiados y desplazados colombianos.

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