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Según «Evening Standard», Berezovsky llevaba meses persiguiendo a Abramovich e incluso fue a un partido del Chelsea, pero hasta ese momento no había conseguido acercarse a él.
Uno de los guardaespaldas de Berezovsky vio entrar a Abramovich a una boutique y le avisó a su jefe, que, seguido de sus hombres, trató de ingresar a la misma tienda y vio el camino obstruido por los gorilas del primero. Pese a todo, Berezovsky logró entrar y, según relataron al periódico testigos de la escena, que parecía sacada de la película «El Padrino», quiso entregar a su rival el documento judicial con las palabras: «Te traigo este regalo».
Abramovich no hizo ni un gestode tomarlo, y Berezovsky entonces lo arrojó al suelo, llamó a sus hombres y salió de la tienda.
Según el «Evening Standard», el dueño del Chelsea aceptó finalmente el reto de su compatriota, por lo que se espera una colosal batalla judicial si no es que, como señaló una fuente al periódico, Abramovich le hace a Berezovsky una oferta que éste no pueda rechazar.
De acuerdo con las fuentes del periódico, Berezovsky acusa a Abramovich de haberlo chantajeado para hacerse con las acciones de tres compañías en las que ambos tenían fuertes intereses.
Berezovsky cayó en desgracia en el Kremlin apenas llegó al poder el presidente Vladimir Putin, por unas críticas a éste en la emisora de TV ORT que aquél controlaba en parte, y tuvo que solicitar asilo político en el Reino Unido.
Según Carter-Ruck, estudio de abogados de Berezovsky, Abramovich lo visitó en Francia en 2000 y le anunció que venía por pedido de Putin y de su entonces jefe de Gabinete, Alexander Voloshin.
El mensaje que traía, según la acusación, es que Berezovsky y su socio de ORT debían vender su participación de 49% en la emisora o el Kremlin la confiscaría sin pagarle ninguna indemnización.
Abramovich, continúa la acusación, anunció a Berezovsky que su íntimo amigo y aliado, Nicolai Glushkov, seguiría en la cárcel si se negaba a vender su parte.
Berezovsky aceptó la promesa de Abramovich de que Glushkov sería liberado y acordó vender su parte en ORT a un precio que sus abogados califican de «muy por debajo de su valor real».
Según la acusación, Abramovich volvió a utilizar también a Glushkov para lograr que Berezovsky le vendiera también sus acciones en la petrolera Sibneft, que retornaría más tarde al Estado.
Berezovsky vendió a Abramovich sus acciones de Sibneft por 650 millones de dólares aunque, según sus abogados, el precio justo era de 1.827 millones. Según el «Evening Standard», Berezovsky reclama ahora a su rival una cantidad muy por encima del valor de las acciones que tuvo que vender entonces ya que se han apreciado mucho en todo este tiempo.
Los diversos paquetes de acciones podrían valer ahora, según sus asesores, entre 5.000 y 10.000 millones de dólares. El vespertino londinense ve en la acción legal de Berezovsky contra Abramovich un episodio más de su batalla contra Putin ya que considera a ése como un aliado del presidente ruso.
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